miércoles, 28 de abril de 2010

DE LA SEMILLA DEL NACIONALISMO VASCO A LA ORGANIZACIÓN TERRORISTA ETA (D.Juan Manuel Azcona Pastor-Profesor Doctor de Historia del Mundo Actual-URJC)

José Manuel Azcona Pastor
Profesor Doctor de Historia del Mundo Actual en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y Director de la Cátedra Iberoamérica: Presencia española y desarrollo socioeconómico





DE LA SEMILLA DEL NACIONALISMO VASCO
A LA ORGANIZACIÓN TERRORISTA ETA (EUSKADI TA ASKATASUNA)








ÍNDICE


SABINO ARANA Y GOIRI (1865-1903), EL FUNDADOR DE LA IDEOLOGÍA NACIONALISTA 1
LOS PRINCIPIOS DOGMÁTICOS 6
LA SACRISTÍA 14
EVOLUCIÓN POLÍTICA DEL NACIONALISMO Y LAS ESCISIONES 19
EUSKADI TA ASKATASUNA 22
ESTRUCTURA, CARACTERÍSTICAS Y ORGANIZACIÓN 33
UNA BANDA EMINENTEMENTE MASCULINA 39
EKINTZA 43
TESTIMONIOS DE ETARRAS 46
LOS ATENTADOS MÁS SANGRIENTOS 52
LOS SECUESTROS 53
ETA EN EL CINE 54
BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA 56

SABINO ARANA Y GOIRI (1865-1903), EL FUNDADOR DE LA IDEOLOGÍA NACIONALISTA
Sabino Policarpo Arana y Goiri nació el 26 de enero de 1865 en Abando, anteiglesia cercana a Bilbao, en la casa que su familia tenía en Albia, al lado de la parroquia de San Vicente Mártir. Fue el octavo hijo de Santiago Arana y Ansoategui, nacido en Abando, y Pascuala Goiri Acha, natural de Bilbao. Su padre poseía astilleros en Ripa, La Salve, El Dique y Zorroza ya que era uno de los más importantes armadores y constructores de buques de la ría bilbaína .
Los profundos sentimientos integristas de Santiago Arana le condujeron a secundar el levantamiento militar carlista de abril de 1872, viajando personalmente a Londres para comprar armas destinadas a los sublevados. Cuando regresó a Vizcaya vivió oculto cer¬ca de su capital ante el acoso de las autoridades locales. Más tarde, en vísperas de la entrada de las tropas liberales en la Villa, huyó a Bayona, donde trasladó en breve su familia. Tenía entonces Sabino ocho años. En octubre de 1876, terminada la guerra carlista, regresan los Arana a su casa de Albia. Apenas instalados en Bilbao, Sabino y su hermano Luis van a estudiar al internado Nuestra Señora de la Antigua, en Orduña, comandado por los jesuitas. La accidentada infancia de Sabino en el seno de una familia en extremo católica, cuyas ideas más inamovibles han sido derrotadas por las armas liberales, influyó sobremanera en su obra posterior, al igual que su paso por este colegio jesuita. Allí, el joven Arana entrará en contacto con el catolicismo y fuerismo más intransigente, que adoptará como dos de los pilares sobre los que, entre otros, estructurará, en el futuro, su doctrina nacionalista.
Poco antes de finalizar su último curso de bachillerato enfermó gravemente de tisis. Después de una leve y primera recuperación tuvo que guardar cama dos años en su casa de Albia. Será durante este tiempo de reposo cuando Sabino Arana decidirá romper con el tradicional fuerismo de corte español de sus contemporáneos. Por el contrario, empe¬zará a plantearse el hecho diferencial vasco y a considerar a los territorios vascongados como entidades propias con derecho a la independencia que, en su opinión, históri¬camente habían tenido. Este cambio de actitud vino por la influencia de su hermano Luis, quien llegó primero al nacionalismo vizcaíno al comprobar -cuando viajó fuera de esta provincia- las supuestas diferencias existentes entre los vascos y el resto de los habitantes de la península.
“El año ochenta y dos ¡bendito el día en que conocí a mi Patria, y eterna gratitud a quien me sacó de las tinieblas extranjeristas!, una mañana en que nos paseábamos en nuestro jardín mi hermano Luis y yo, entablamos una discusión política. Mí hermano era ya bizkaino nacionalista; yo defendía mi carlismo “per accidens”. Finalmente, des¬pués de un largo debate, en el que uno y otro nos atacábamos y nos defendíamos sólo con el objeto de hallar la verdad, tantas pruebas históricas y políticas me presentó él para convencerme de que Bizkaia no era España, y tanto se esforzó en demostrarme que el carlismo, aun como medio para obtener, no ya el aislamiento absoluto y toda ruptura de relaciones con España, sino simplemente la tradición señorial, era no sólo innecesario sino inconveniente y perjudicial, que mi mente, comprendiendo que mi hermano conocía mejor que yo la historia y que no era capaz de engañarme, entré en la fase de duda y concluí prometiéndole estudiar con ánimo sereno la historia de Bizkaia y adherirme fielmente a la verdad”. (Discurso de Larrazábal, 3 de junio de 1893).
Así explicaba el propio Sabino Arana su paso del carlismo al “nacionalismo bizkaitarra”. A partir de este momento se dedicará al conocimiento en profundidad de la len¬gua e historia vascas, tarea a la que se dedicará de forma autodidacta. Degustó por ello bue¬na parte de la producción historiográfica de la Edad Moderna caracterizada por su obsesión por legitimar los fueros como parte consubstancial de Vizcaya. La lectura de Sagarmínaga y Campión que, desde posiciones fueristas , atacaban el centralismo canovista, quienes además reconocían la soberanía propia de los territorios vascos hasta 1876, apoyarían las tesis aranistas que ya empezaban a estructurarse. Arana digería la historia vasca desde una nueva perspectiva, desde la óptica de una independencia existente des¬de tiempos inmemoriales hasta 1839 tras el final de la Primera Guerra Carlista, cuando “se confirman los fueros de las provincias vascongadas y Navarra sin perjuicio de la unidad constitucional de la monarquía”. Este punto es verdaderamente importante, pues una parte bien significativa del cuerpo doctrinario del nacionalismo vasco se va a apoyar en el falseamiento sistemático de la historia vasca con respecto a España. Así, Sabino Arana y Goiri se llega a creer, desde la más pura fantasía histórica, que el solar vascongado siempre fue un ámbito territorial independiente de España, hecho este que los historiadores profesionales testimoniamos como rotundamente falso. Sin embargo, esta trama de independencia total, basada en literatura novelada, rebozada de leyenda, que no en empirismo historiográfico, va a pasar entera desde la última década del siglo XIX a la segunda del XXI.
Al final de su segundo año de convalecencia pierde Sabino a su padre, murió el 24 de junio de 1883, diez meses antes que Juan, su hermano mayor. En septiembre de este mismo año, al término del reposo decretado por los médicos, nuestro joven de diecio¬cho años se traslada a Barcelona a estudiar la licenciatura de derecho, llevándose consigo a toda la familia. Por voluntad materna empezó esta titulación aunque a él nada le gustaba como reconocería después en varias ocasiones. No fue excesiva la influencia de las enseñanzas recibidas en la Universidad de Barcelona a la hora de configurar sus argumentaciones nacionalistas. Aprovechó su estancia en la ciudad condal para, continuando con su afán autodidacta, profundizar en el estudio de la lengua, la historia y las leyes vas¬cas. En 1885 empieza a escribir la Gramática elemental del euskera bizkaino, cuyas primeras doscientas páginas publicaría en la ciudad condal en 1888. Como introducción a esta gramática preparó en diciembre de 1885 Etimologías euskéricas, que vieron la luz en la Revista de Vizcaya en 1886, meses antes de que comenzara a escribir Pliegos euskerófilos. También en 1886 salió al mercado El proyecto de Academia Bascongada del señor Artiñano. Sería en Barcelona, de nuevo, donde escribió y editó los primeros Pliegos histórico-políticos. En esta serie de artículos, Arana anima a los vascos a estudiar su historia pues del conocimiento de su pasado podrían los “euskerianos” deducir su esplendor y la causa de su “actual postración”. Además, en estos escritos, afirmaba ya que el abandono del euskera era causa y consecuencia de la pérdida de la raza .
En febrero de 1888 fallecía su madre. Cinco meses más tarde, Sabino volvió a Bilbao. Muchos estudiosos se han preocupado por conocer cuáles han sido las influencias que pudo tener el nacionalismo catalán en la ideología sabiniana. Sin embargo, nada induce a pensar que Arana se inspirara en la doctrina catalanista, má¬xime cuando siempre consideró a Cataluña como parte integral de España que se con¬formaba tan sólo con tener su propia autonomía. Por el contrario, “Euskaria” era nación históricamente independiente y nada tenía que ver con España. Además, la actividad política del futuro fundador del PNV en Barcelona fue nula. A su regreso a Bilbao pre¬sentó su candidatura a la cátedra de euskera que la Diputación vizcaína sacó a concur¬so público para suplir la necesidad de esta materia en el Instituto Vizcaíno. Declaró expresamente renunciar a todo salario si conseguía la plaza. Arana no obtuvo ningún voto del tribunal (este idioma tuvo que aprenderlo pues su lengua natal fue el español), siendo nombrado para tal cometido Resurrección María de Azkue que obtuvo once apoyos, siete más que el segundo aspirante, Miguel de Unamuno.
En mayo de 1889 publica los segundos Pliegos histórico-políticos y al año siguien¬te escribe cuatro artículos para la revista La Abeja, bajo el epígrafe “Cuatro glorias pa¬trias”, en los cuales intentará demostrar cómo Vizcaya siempre fue un Estado libre y so¬berano. Reeditados en 1892, bajo el título Bizkaia por su independencia, configuran el libro que consideramos origen, propiamente dicho, del nacionalismo vasco. En él se re¬latan sendas batallas libradas por los vizcaínos contra los reinos de León y Castilla. La primera Arrigorriaga, que sitúa el día de San Andrés del año 888; la segunda Gordejue¬la en 1355; la tercera Ochandiano también en 1355 y la cuarta Munguía en 1470. To¬das ellas suponen -en opinión de Arana- la prueba más clara de la lucha y victoria de Vizcaya por defender la independencia de España. Además, acaba concluyendo que jamás hubo pacto entre este territorio y Castilla ni existió unión de ningún tipo entre ellas, tal y como habían afirmado los fueristas, o defensores de las normas y costumbres locales. Por lo tanto, era preciso luchar por con¬seguir la independencia perdida .
Es importante constatar cómo Arana habla, en los arranques de la configuración de su ideario, de Vizcaya frente a España, omitiendo (hasta después) al resto de las provincias vascas . Es por ello por lo que el primer nacionalismo recibió el nombre de “bizkaitarrismo”, o nacionalismo bizkaitarra, de Vizcaya. Tras la publicación del libro, reunió a unos cuantos escogidos entre los posibles sim¬patizantes de su causa, a los cuales dirigió un discurso el 3 de junio de 1893 en el caserío de Larrazábal en Begoña. Acompañado de su hermano Luis, en esta alocución proclama la necesidad de un movimiento político propio, distinto del fuerismo y carlismo tradicionales, destinado a combatir por la independencia de Vizcaya. Las reacciones de los comensales (miembros del liberalismo conservador, destacados fueristas y carlistas) no pudieron ser más contrarias a la causa de los hermanos Arana. Sin embargo, las ad¬hesiones pronto empezarían a llegar. Así, cinco días después de esta fracasada reunión, Sabino Arana publica el primer número de su periódico bilingüe Bizkaitarra. El 16 de agosto de este año de 1893, mien¬tras se celebraba en Guernica un acto público con participación del orfeón pamplonés y de miembros de la Unió Catalanista, Luis de Arana gritó “¡Muera España!”. A la vez, entre los hermanos Arana, Ramón de la Sota (conocido naviero bilbaino) y otros, arria¬ron una bandera española y la quemaron. Estos acontecimientos, conocidos como La Sanrocada, constituyeron la primera actuación pública de un grupo político nacionalis¬ta vasco. El segundo número del Bizkaitarra, en el que Sabino Arana explicaba los aconteci¬mientos y su razón de ser, fue prohibido por el gobernador civil. Después de darse a conocer públicamente, los aranistas decidieron organizarse. Así, en 1894, fundaron (a instancias de Sabino Arana y su hermano Luis) el Euzkeldun Batzokija, o primera sociedad nacio¬nalista, a la cual se dotó de bandera (ikurriña), la bicrucífera roja, blanca y verde, que desde entonces ha sido adoptada, sin excepción, por todos los movimientos nacionalistas locales, y que desde 1979, es la enseña oficial de la Comunidad Autonomía del País Vasco, compuesta por las provincias españolas de Vizcaya, Álava y Guipúzcoa, pues Navarra conforma otra Comunidad Autónoma propia.
En 1895 nace el primer Comité Ejecutivo Político de corte nacionalista (el Bizkai Buru Batzar), presidido por Sabino Arana, embrión del futuro Partido Nacionalista Vasco. El 28 de agosto de ese año, y ante las provocaciones separatistas de sus escritos, es encarcelado en la prisión de Larrínaga. Al salir de allí, el número de adeptos no llegaba a doscientos. Mientras, las autoridades clausuraban el periódico Bizkaitarra y cerraban el centro Euskeldun Batzokija. A partir de 1896, el nacionalismo tratará de extenderse por las zonas rurales del País Vasco con desigual fortuna. En 1897, Sabino Arana publi¬cará El Partido Carlista y los Fueros Basko-navarros, donde se ataca de lleno la praxis política de los carlistas por su marcado carácter “españolista” y por no pelear por la in¬dependencia del pueblo vasco.
Pese a que en 1898, al declararse la guerra entre España y los Estados Unidos por la cuestión cubana, una manifestación apedreó la casa de los Arana en Bilbao voceando vivas a España y mueras al separatismo, ese mismo año fue elegido diputado Sabino Arana con 4.545 votos en Bilbao, incorporándose de inmediato a la Diputación vizcaí¬na. En esta institución, Arana propuso la creación de una mancomunidad entre las dipu¬taciones de las provincias vascas y Navarra. Denunció reiteradamente el retroceso del euskera y su no utilización en las escuelas de Vizcaya y atacó profundamente el baile “agarrado” entre hombres y mujeres por entonces de moda. En 1901 editó los primeros números de la revis¬ta Euzkadi y del semanario La Patria. En este mismo año felicitó al presidente Rooselvet por la actuación militar norteamericana en pro de la “liberación de Cuba de la es¬clavitud española”. Esta singular felicitación le costó un nuevo proceso judicial y el en¬carcelamiento en 1902. Ante los continuos acosos de las autoridades y el hostigamiento del movimiento nacionalista vasco, Sabino Arana, con el fin de poder actuar dentro de la lega¬lidad, propondrá en 1902 la creación de una Liga de Vascos Españolistas, que trabajase por la autonomía más avanzada dentro de la unidad de España. Inicia así Arana una po¬lítica bajo el epígrafe del “realismo político”, que no pudo ser puesta en práctica, entre otras razones, porque el 25 de noviembre de 1903 moría a los treinta y ocho años de edad. Sobre esta cuestión no hay acuerdo entre los historiadores, pues una corriente de opinión insiste en decir que esta mutación de Arana fue voluntaria; en cambio, otra línea de interpretación considera que el fundador del nacionalismo se vio forzado a optar por esta tesitura, en pro del más absoluto pragmatismo.
La configuración geográfica de Euskadi en opinión de Sabino Arana

















Mapa: Oscar Álvarez Gila


LOS PRINCIPIOS DOGMÁTICOS
Al final del siglo XIX nació un movimiento político que no tardaría en extenderse y robustecerse a lo largo del siglo XX. Su fundador, Sabino Arana, forjó un ideario decididamente antiliberal, continuador en esto del tradicionalismo más rigurosamente integrista . Históricamente hablando, Sabino Arana sostenía que las provincias forales vascas habían sido estados independientes hasta 1839 (final de la Primera Guerra Carlista) en la Península Ibérica, para el caso de Álava, Vizcaya y Guipúzcoa, y Navarra hasta 1841 (Ley Paccionada) y Francia hasta 1789 (Revolución Francesa). Por lo tanto, defendía su derecho a recobrar la independencia al mismo tiempo que pretendía la creación de una confederación entre todas las provincias vascas (tanto españolas como francesas), dada la comunidad de raza, lengua, religión, leyes y costumbres existentes entre ellas. Propugnaba la creación de una patria vasca y un estado vasco independiente, soberano. Para expresar en euskera la idea de patria se inventó el neologismo aberri, de aba = antepasado/padre y herri = pueblo/país. Arana quería acabar con:
1. La hegemonía de la burguesía urbana y su misión o marginación del mundo rural.
2. El viejo orden económico propio del Antiguo Régimen, reglamentado y estático.
3. El abandono, cada vez más frecuente, de las viejas costumbres y tradiciones del mundo clásico vasco.
4. La quiebra de la unidad religiosa.
5. El retroceso del euskera ante la llegada de decenas de millares de pesonas procedentes de fuera del País Vasco, desconocedores de las formas locales de vida y portadores de otras distintas, y que no hablaban vascuence.
Este proceso, aquí descrito, había nacido en Vizcaya mucho antes que en Guipúzcoa, Álava o Navarra, de aquí que el primer nacionalismo sabiniano se llamase en sus orígenes bizkaitarrismo, pudiendo incluso afirmarse que fue en Vizcaya, y más en concreto en Bilbao, donde nació el nacionalismo vasco. El mundo rural proporcionaría después a éste gran número de sus votantes pero curiosamente fue en el medio urbano de donde salió el autor de su ideario y su primer caudillo indiscutido e indiscutible y de donde partieron sus iniciales seguidores en número suficiente para proporcionarle sus primeros éxitos electorales. El fervor por el programa que proponía Sabino Arana empezó prendiendo en ambientes cada vez más amplios de la burguesía pequeña y media, así como del clero secular y regular, convirtiéndose éste enseguida en uno de los propagandistas más eficaces de las tesis sabinianas, favoreciendo su difusión desde los púlpitos entre el campesinado local muy adicto al tradicionalismo o carlismo en sus distintas versiones, razón por la cual los campesinos vascos lo acogieron de muy buena gana. Penetró también en un sector de la alta burguesía y en otro de la plutocracia oligárquica vizcaína, pero le faltó mucho para ser el movimiento político mayoritario entre estos tres sectores sociales.
En opinión de Sabino Arana, Vizcaya, Álava, Guipúzcoa y Navarra siempre habían sido independientes, por tanto, dicha independencia había sido usurpada por la fuerza a través de lo que él empezó a llamar ejército de ocupación. El objetivo de todo buen nacionalista sería luchar hasta el fin por conseguir la recuperación de la perdida libertad inicial. En su opinión, la raza vasca era en todo superior a la raza española y era injusto que una raza inferior dominara a una raza superior. Según creía Arana, en los territorios vascongados existían dos prototipos de habitantes:
1. Vascos propiamente dichos (buenos vascos, nacionalistas)
2. Extranjeros o españoles (maketos)
Los buenos vascos, portadores de la ideología nacionalista, tenían la misión de defender la pureza del ideario nacionalista, y también la nación. Por su parte, los maketos o extranjeros tenían la obligación de concienciarse e imbuirse del ideario nacionalista o emigrar. La mejor manera de probar que determinada persona era de raza vasca eran sus apellidos. De esta manera, se distinguían tres categorías en virtud del número de apellidos vascongados, a saber:
1. Raza euskeriana pura: Quienes portaban ocho apellidos vascos (cuatro por vía paterna y cuatro por materna).
2. Mestizos: Quienes entre los apellidos vascos tenían otros españoles que denotaban la mezcla de sangre.
3. Maketos: Quienes no tenían apellido vasco alguno.
Los de raza pura estaban destinados a dirigir los destinos de Euskadi. Los mestizos sólo podían llegar a cargos intermedios y los maketos no accedían a la gobernación pública. Además, Sabino Arana consideró que para dotar de mayor cohesión al estado que tenía proyectado en mente, nada era mejor que mantener y fomentar el culto católico, al cual los vascos desde tiempo inmemorial habían estado suscritos. Este ideario tiene una clara connotación con la filosofía romántica de Johann Gottfried Herder. Este filósofo, teólogo y crítico literario alemán nació en Mohrungen (Prusia) el 25 de agosto de 1744 y murió el 18 de diciembre de 1803 en Weimar (Prusia). Su contribución a la filosofía consiste en considerar que la literatura alemana debía emanciparse de las influencias extranjeras, mientras hacía un canto a la literatura popular y al volksgeist (espíritu del pueblo) expresado en la lengua y narrativa literaria de cada nación. Intentó demostrar que la naturaleza humana y la historia obedecen las mismas leyes y que, pasado el tiempo, las fuerzas humanas antagónicas se reconcilian. También abordó el origen de la lengua alemana desde el punto de vista antropológico y definitorio del carácter de una nación, mientras rechazaba el origen divino de ésta. Para Herder, los aspectos culturales de un pueblo tienen valor por sí mismos, y por este motivo va a recuperar y recopilar literaturas populares desaparecidas. Por tanto, lenguaje propio, idéntico pasado histórico, misma cultura o igual tronco étnico son elementos unificadores para configurar una nación a través del espíritu del pueblo, sin olvidarse de la significación de haber compartido el mismo derecho .
La febril actividad mercantil e industrial que tuvo lugar en la Vizcaya del último tercio del siglo XIX exigió la utilización de mano de obra en número tan elevado que ni la propia provincia ni el resto del País Vasco podían suministrar. Las transformaciones mercantiles e industria¬les que acontecieron en este territorio provocaron alteraciones tan radicales en la estructura social vasca y en sus pautas de comportamiento que es im¬posible reconocer hoy los elementos principales que caracterizaron al período preindustrial de aquel ámbito. En efecto, pronto la industrialización dejará atrás las formas de vida tradicionales y la imaginería ro¬mántica, toda vez que una nueva sociedad de corte plural a la que se acogieron miles de inmigrantes procedentes de las provincias limítrofes empezaba a abrirse paso. Así, centenares de trabajadores venidos de la vecina Castilla y de otras regiones de España buscaron cobijo en el solar vasco mientras huían de sus trabajos temporales, de misérrimos ni¬veles de vida y parcos salarios. Los recién llegados, junto a los propios nativos que de las comarcas ru¬rales se encaminaban a las nuevas zonas fabriles, compusieron el contingente humano que la revolu¬ción demográfica y laboral vinculada a la transfor¬mación industrial vascongada necesitaba. Del volumen de esta revolución hablan por sí solas las cifras: Vizcaya pasó de tener 112.371 habitantes, en 1800, a contabilizar 349.923, en 1910. Guipúzcoa entró en el siglo XIX con 106.552 almas y lo terminó con 195.850. Fueron tiempos en los que oleadas de in¬migrantes se dirigieron hacia la margen izquierda de la ría bilbaína, con las consecuentes secuelas de urbanismo caótico, hacinamiento desmesurado y lógicos problemas de salubridad .
Este proceso de acumulación capitalista e industrialización acelerada por el que atravesó Vizcaya a partir del último tercio del siglo XIX fue duramente criticado por el fundador del nacionalismo vasco, Sabino Arana y Goiri: “¡Plegue a Dios que se hun¬dan en el abismo los montes de Bizkaia con su hie¬rro! ¡Fuera pobre Bizkaia y no tuviera más que cam¬pos y ganados y seríamos entonces patriotas y felices!”, escribía en 1895. Y fue aquel mis¬mo año cuando criticó a los protagonistas del pro¬ceso industrial local: “[El Partido Nacionalista Vasco] que no tiene entre sus adeptos ningún aper¬gaminado aristócrata, ni capitalista fuerte alguno, es capaz el día de mañana de pretender que se conviertan todos los capitales en fusiles para obtener la libertad de la nación”, afirmaba en el periódico Bizkaitarra de 20 de enero de 1885. Ocho años más tarde, en 1893, los seguidores de Arana y Goiri, ha¬ciéndose eco de las tesis del maestro, insistían que en el futuro Estado vasco (Euskadi) que proponía el fundador, se prohibiera la industria y sólo se pu¬dieran fabricar objetos de madera, además de im¬pedirse la explotación de las minas.
Sobre la base de tamaños planteamientos no es de extrañar que las masas obreras protagonistas de este cambio industrial, y que en buen porcentaje eran inmigrantes, sufrieran el acoso del nacionalis¬mo vasco. No en vano, un fenómeno -construc¬ción de fábricas- estaba ligado al otro -entrada masiva de población foránea en las provincias vascas-. Pero, además, el origen del bizkaitarrismo tuvo mucha relación con este flujo migratorio. En efecto, permutando conceptos de raza y pueblo en lugar de aquellos otros de clase social, Arana con¬cluyó con suma rapidez que los recién llegados nada tenían que ver con los fornidos y lustrosos vascos, que apenas podían disimular su complejo de nue¬vos ricos de fábrica y mina. Sin embargo, de idén¬tica procedencia, pero bien distinta adscripción so¬cial, eran los veraneantes de Lekeitio, Fuenterrabía o San Sebastián que jamás habían motivado preo¬cupación alguna. Fue a los inmigrantes pobres a los que Arana y Goiri dedicó sus más exquisitas repulsas y epítetos infames. Para empezar los definió genéricamente con el nombre de maketos, y al país del que pro¬cedían -España- Maketania, quienes contribuían a desestructurar la tra¬dicional forma de vida y costumbres del pueblo vas¬co. De entrada, “impregnaban con su lengua forastera el habla cotidiana de algunas reducidas zonas del País Vasco, acostumbradas al uso del euskera (aun cuando este idioma perdía terreno a favor del español desde finales del siglo XVIII). Además, estos maketos traían de fuera elementos culturales distintos a los vascos, que podían contaminar la pureza racial y espiritual del habitante local. Y lo que es peor, los forasteros importaban consigo ideas políticas extranjeras y peligrosas: “Del socialismo, ¿qué va¬mos a hablar? Predicado por tres o cuatro maketos, hijos de un país que no ha conocido jamás ni la li¬bertad, ni la igualdad, ni la fraternidad, ni el equi¬librio económico, y siendo en sí considerado un sis¬tema radicalmente opuesto a nuestras antiguas y sabias leyes, no ha encontrado eco en Bizkaia, y no es otra cosa de darle una importancia de la que ca¬rece” . (Bizkaitarra, 27 de abril de 1884).
Ante la cuestión obrera, Arana opinaba que los trabajadores vascos -a los cuales diferenciaba clara¬mente de los maketos- no podían unirse a éstos, a pesar de que unos y otros estaban oprimidos por el capitalismo y sus protagonistas más inmediatos, los industriales liberales y españolistas de Euskaria. Los operarios vascos tenían la obligación de unirse entre sí para no contaminarse del influjo de los “ex¬tranjeros”, portadores, además, de “ideologías repugnantes”. Aún había más: las desigualdades so¬ciales nacidas al amparo del capitalismo propio que tantas veces denunció Arana, se solucionarían sim¬ple y llanamente con la expulsión de los inmigrantes. Es decir, si no hubiera maketos no se organizarían huelgas ni existirían conflictos sociales. Siguiendo con esta argumentación aranista de rechazo al inmigrante, y emulando en todo a las corrientes románticas alemanas, el inventor del na¬cionalismo vasco dedicó un apartado de su ideología a la demostración de que la raza vasca era superior a la española de la que Arana, por supuesto, no que¬ría oír hablar: “El bizkaino es inteligente y hábil en toda clase de trabajos; el español es corto de inteligencia y carece de maña para los trabajos más sencillos. Pregúntaselo a cualquier contratista de obras y sabréis que un bizkaino hace en el mismo tiempo tanto como tres maketos juntos”. (Bizkaitarra, 28 de marzo de 1895).
Arana llegó a prohibir en sus escritos el casa¬miento entre vascos e inmigrantes maketos que per¬tenecían a “la raza más vil y despreciable de Europa”. El racismo manifiesto de Sabino Arana y sus seguidores hacia los recién llegados queda patente en este escrito, firmado por el propio fundador, fechado en junio de 1895 en el periódico Bizkaitarra: “Si algún español que estuviera, por ejemplo, aho¬gándose en la Ría, pidiese socorro, contéstale si eres vasco, nik estakit erderaz, es decir, yo no entiendo el español”. El odio de Arana hacia España tuvo una inten¬sidad fuera de lo común. Todo buen vasco que se preciase de tal estaba obligado a desear la ruina y destrucción de este país. En la medida que esto fuera así, la fuerza de la opresión y la invasión ma¬keta hacia la patria vasca -Euskadi- sería menor. No importaba -decía Arana- que España fuese fuerte o débil, rica o pobre. Estaba esclavizando a Euskadi, y esto era causa más que suficiente para odiarla con toda el alma, así se encontrase en la cum¬bre de su grandeza como al borde de su miseria. Todo este discurso, plagado de agresividad, hay que enmarcarlo dentro del edificio derrumbado del País Vasco agrícola y pastoril que demolía el viejo orden tradicional con un trauma nada piadoso. La carga de modernización industrial que tuvo que soportar aquella sociedad de fin de siglo, de estilos y creencias semimedievales, y que estaba dolida por la reciente abolición parcial foral de 1876 , y que por aña¬didura recibía inmigrantes a marchas forzadas, tra¬jo inmediatas y siniestras actitudes de represión ét¬nica. La identificación de la pérdida del idioma y de los valores clásicos del mundo rural vasco, con la “amenaza” de los recién llegados, puso la semi¬lla del odio de los oriundos hacia los foráneos. Al fin y al cabo, Sabino Arana edificó una doctrina po¬lítica que predicaba el desprecio a “los de fuera”, en unos momentos en que la conmoción social se sumaba a la crisis política de las postrimerías del siglo XIX.
Sabino Arana confeccionó la ikurriña, o bandera vasca, cuya estructura tomó de la enseña inglesa, mientras proponía que se respetasen los territorios históricos de dicha nación vasca o Euzkadi (Álava, Vizcaya, Guipúzcoa, Navarra en España, Baja Navarra, Labourd y Soule en Francia). Los colores de la enseña representan: el fondo rojo la bandera de Navarra, la cruz verde diagonal, el aspa del martirio de San Andrés el día de la batalla medieval de Padura en Arrigorriaga y la cruz blanca el símbolo de Dios y su pureza. Fue ondeada por vez primera en el Centro Vasco de Bilbao, el 14 de julio de 1894.
Este nuevo país se configuraría como un Estado-Nación plenamente libre e independiente, con facultad de concertar alianzas con otras naciones. Además, la clase nacional vasca debía ser la canalizadora de las energías de esta patria de original creación. Va a afirmar que Euskadi (el país de los euskaros o de los que hablan euskera), nombre que otorga a su nuevo Estado ficticio, fue una nación felizmente dichosa antes de que fuera conquistada por España, país este que había suprimido sus leyes y que estaba invadiendo el territorio vasco de gentes extrañas o maketos, como consecuencia de la industrialización local y quienes, además, corrompían sus costumbres. Por tanto, la ideología nacionalista se tornaba defensiva frente al impacto que en aquella nueva sociedad estaba teniendo la industrialización y la llegada masiva de inmigrantes desde otras regiones de España. Arana y Goiri se empeñaba, pues, en la defensa romántica del mundo tradicional, rural en suma, condenado a su desaparición. Como consecuencia de todo ello, el enemigo de Euskadi era España, razón fundamental por la que la independencia se convertía en un derecho del pueblo vasco (Euskal Herria) y se hacía obligada la lucha por su consecución. A fin de cuentas, Euskadi era una colonia de España, país este último que había conquistado por la fuerza de las armas y de las leyes y de las costumbres y del idioma a una Euskadi que, en su opinión, era un país perfectamente libre e independiente antes de tal ocupación. Por ello, Arana protestará activamente contra la generalización del idioma español en el solar vasco y defenderá a ultranza el euskera como idioma propio y único de Euskadi, idioma que todo el mundo tenía obligación de conocer, tanto en el ámbito rural como en el urbano, y tanto para la comunicación campesina como para la urbanita. Desde la perspectiva política, la invención de la nación de Sabino Arana y Goiri quedaría de la siguiente manera:
 Nombre del país: Euskadi, o lugar donde habitan quienes hablan euskera.
 Siete Territorios Históricos: Álava, Vizcaya, Guipúzcoa, Navarra , Baja Navarra, Labourd y Soule.
 Sistema Judicial: Las leyes emanadas de los fueros.
 Sistema Parlamentario: Juntas Generales.
 Sistema de votación: Por Entidades Corporativas (Ayuntamientos, Juntas Generales y Diputaciones, pero nunca por sufragio popular).
 Gestión Institucional: Diputaciones de los distintos Territorios Históricos.
 Gestión Local: Ayuntamientos, Anteiglesias y otras entidades.
 Modelo del nuevo Estado: Republicano.
 Idioma del país: Euskera.
 Bandera: Ikurriña.
Como puede observarse, el modelo estructural organizado por Arana y Goiri se aleja de los postulados del moderno parlamentarismo decimonónico y tiene resabios del Antiguo Régimen. Y es que, imbuido de un catolicismo de corte integrista que inspirará todos sus actos, propon¬drá a esta religión como nexo espiritual del país independiente por él soñado. Se mos¬trará contrario al proceso industrializador del País Vasco por lo que suponía de llegada a dicho territorio de habitantes de otras procedencias españolas, y reivindicará el anti¬guo sistema foral y el resto de instituciones, tradiciones, usos y costumbres locales como fórmula ideal para retomar al ruralismo de Euskal Herria en los tiempos en que esta re¬gión era la Arcadia feliz, según su propia creencia. El proce¬so de acumulación capitalista e industrialización acelerada por el que atravesaba el País Vasco de la segunda mitad del ochocientos, y en especial del último tercio del siglo, fue duramente criticado por Arana y sus discípulos. En efecto, consideraba el fundador del nacionalismo que la instalación de fábricas a lo largo de la geografía vasca (sobre todo en Vizcaya) era la causa inmediata de llegada de inmigrantes o maketos, como Sabino Arana les denominaba despectivamente, procedentes de otras provincias españolas. Estos maketos, además de hablar español, el idioma no deseado por Arana, contri¬buían a desestructurar la tradicional forma de vida y costumbres del pueblo vasco. De entrada, impregnaban con su “lengua forastera” el habla cotidiana de las zonas acos¬tumbradas al uso del euskera, aun cuando este idioma perdía terreno a favor del caste¬llano desde fines del siglo XVIII. Pero, además, estos maketos -argumentaba Ara¬na- traían consigo pautas de comportamiento, costumbres y tradiciones que nada te¬nían que ver con las vascas, produciéndose un contacto en absoluto deseado por el padre del nacionalismo.
Obsesionado por reconstruir “lo bueno de la tradición” retornará el mito que ya con anterioridad a él habían manejado carlistas, tradicionalistas euskaros y euscalerriacos sobre el igualitarismo y democracia que siempre había caracterizado al País Vasco. Por lo tanto, si en tiempos pasados la sociedad vascongada fue dichosa viviendo bajo el domi¬nio de actividades agrícolas y pastoriles, no tenía sentido -decía Arana- cambiar tan dichoso paraíso por nada. Además, la construcción de fábricas acarreaba serios proble¬mas. De entrada, los españoles que llegaban a trabajar a ellas eran, por lo general, gen¬tes pobres y de escasa o nula cultura que posibilitaban la ruptura y el deterioro (en el mejor de los casos) de las tradiciones vascas legendarias. Por el contrario, la vida del campesino euskaldun (baserritarra) es idealizada hasta el infinito por Sabino Arana. Gracias a él y a su laboriosidad se configuró, ya desde la Edad Media, una sociedad de medianos y felices propietarios, que habitaban en caseríos, constituyendo, en defini¬tiva, el sustrato de la nobleza vasca. De esta manera, la comunidad euskara no era con¬flictiva ni peligrosa, sino fraternal, demócrata y de medianos poseedores. Por el contra¬rio, se presenta a la sociedad urbana como poco deseable por su alto grado de conflicti¬vidad, al amparo de la cual los obreros son infelices, las tensiones se multiplican y las diferencias entre ricos y pobres son nota común.
El ruralismo fue usado por Arana y Goiri para potenciar la afirmación nacional. Curiosamente, y a pesar de esta apología del arado, en los primeros momentos de teoría nacionalista, el campo vasco se mantenía fiel a los principios carlistas y en las ciudades iban formándose núcleos nacionalistas. Además, era en las zonas rurales del País Vasco donde menos maketos llegaban y, por tanto, donde mejor se conservaban tanto el idioma como las tradiciones vascas. Los idealizados rasgos de superioridad moral y social del “baserri¬tarra” vasco se mostraban como norma que debía seguir el “kaletarra” o habitante de las ciudades. Desde sus primeros escritos, Arana definía a los campesinos vascongados como “los últimos ejemplares de esta singular raza prehistórica”, siendo puros y lim¬pios de contaminación maketa, además de buenos católicos y siempre respetuosos con la tradición y las instituciones vascas. Llegó a decir de ellos que eran los únicos que po¬dían salvar la patria vasca. No articuló Sabino Arana el “ruralismo político” para con¬sumo de los habitantes del agro vasco. Iba dirigido a los que vivían en las ciudades, lu¬gares estos que era preciso regenerar. Así, por ejemplo, el padre del nacionalismo cata¬logó a Bilbao como “inmunda villa”, donde sólo se hablaba español y donde, además, se imponía el poder de los caciques que extendían sus redes de actuación a todo el terri¬torio de la provincia. Se niega, pues, la sociedad industrial como forma de vida desea¬ble para el pueblo vasco y se trata de volver al bucolismo agrario igualitario y tradicio¬nal. Arana afirmará, en repetidas ocasiones, que la llegada del proceso industrializador a las provincias vascas era la causa directa de la desaparición de los elementos que con¬figuraban su nacionalidad.
En 1903 los seguidores del fundador del PNV, continuando las directrices de su maestro, proponían, en el número 67 del periódico La Patria, que el País Vasco fuese una nueva república en la que expresamente se prohibiera la industria y tan sólo se permi¬tiera la fabricación de objetos de madera, impidiéndose la explotación de las minas locales. Ante la cuestión obrera, Arana opinaba que los trabajadores vascos (a los cuales diferenciaba claramente de los maketos) no podían unirse a éstos, a pesar de que unos y otros estaban oprimidos por el capitalismo y sus protagonistas más inmediatos, los industria¬les liberales y españolistas de Euskaria. Los obreros del País Vasco tenían que unirse en¬tre sí para no contaminarse de los “extranjeros”, portadores éstos, además, de “ideolo¬gías repugnantes” como era el caso del socialismo, fuertemente arraigado en Vizcaya.
Las desigualdades sociales nacidas al amparo del capitalismo vasco que tantas veces denunciaría, se solucionaban simple y llanamente con la expulsión de los inmigrantes: “si no habría maketos no habría huelgas”. También ofertó a los industriales la posi¬bilidad de construir capillas en las fábricas para enmendar las posibles desviaciones religiosas del obrero vasco; y siempre defendió la propiedad privada de los medios de producción. Fuera de estas curiosas medidas y aseveraciones, Arana no incidió en el problema obrero e industrial que aquejó a la sociedad que le tocó vivir. Eso sí, ignorando la histórica vocación mercantil e industrial del pueblo vasco, vendió a su clientela política la vuelta a la agrarización de Euskal Herria en un momento en el cual no sólo las pro¬vincias vascas, las catalanas y Madrid dentro de España, sino buena parte de Europa vivía la transformación de sus estructuras económicas tradicionales al ritmo acelerado de la Revolución Industrial decimonónica, y que tan rápidamente cambiaría las pautas de comportamiento de buena parte del Viejo Continente.

LA SACRISTÍA
A ninguna otra institución, como a la Iglesia Católica, debe tanto el nacionalismo sabiniano. Y esto ha sido así porque jamás la clerecía vasca se ha visto obligada a refugiarse en las sacristías ni ha elegido nunca esta tras¬tienda para su actividad evangelizadora. Antes al contrario, los curas y frailes vascos, siempre cercanos a su clientela, tienen bien ganada fama de arrastrar a ésta a políticas de variado color. En verdad, la Iglesia vasca de la edad contemporánea rebosa polí¬tica por todos sus costados. Política aceptada o política replan¬teada, pero siempre política. No hay ni hubo nunca apoliticismo o neutralidad en la Igle¬sia del País Vasco. Asimismo, desde la Revolución Francesa has¬ta hoy la política de la Iglesia es un plagio torpe de la política civil. De nada sirve que enmascare sus apetencias terrenas con palabrería religiosa de redención o salvación, pueblo o servicio, tarde o temprano aparecerá diáfana su cabalgada por el munda¬nal ruido y su apuesta por un discurso concreto. Las protestas de los obispos vascos -y las hay abundantes- contra las inter¬pretaciones en clave política de ese lenguaje aparentan descono¬cer las ineludibles mediaciones seculares de toda palabra, reli¬giosa o no, pronunciada en el espacio público. Acontece por otro lado que no han sido pocas las incursiones de la jerarquía en cam¬pos preferentemente terrenales, cuya consideración y análisis di¬fícilmente pueden hacerse desde una óptica religiosa, como parecería ser el gusto de los prelados .
El debate permanente sobre la privacidad o publicidad exigible o permisible a la Iglesia y en especial a sus jerarcas tiene el telón de fondo de una historia, en la que la religión y su representa¬ción institucional conformaron a sus anchas las mentes y las conciencias vascas, haciéndose insustituibles en el liderazgo de la so¬ciedad. Además, las relaciones e influencias de la Iglesia sobre las instituciones civiles de la sociedad le hicieron aparecer como el puro poder. Máxime cuando la búsqueda de un espacio pú¬blico, donde desenvolverse convenientemente, enfrentó a la Igle¬sia con la democracia que para convertirse en algo real debió emanciparse de su tutela. Hay algo también meridianamente claro en la Iglesia vasca contemporánea. No es tan monolítica como para no ofrecer una imagen diversa, de acuerdo con la heterogeneidad de sus miembros y de las provincias que apacienta. A mayor abundamiento, y por mucho que se pretenda disfrazar la realidad eclesial bajo capa de pluralismo, la Iglesia vasca, más que la de cualquiera otra región de España, es una Iglesia erosionada por la división y la polémica. La Iglesia vasca, sobre todo la del si¬glo XIX, la que sufre los desmanes de las ideologías nacionalis¬tas, no ha vivido en situación de diálogo y a medida que un sector de ella apretaba el acelerador en la afirmación de la nacionalidad vasca -ocurría lo mismo que en la sociedad civil- se desataban tensiones en las filas eclesiásticas y zozobra entre los fieles. De las querellas y riñas del clero vasco finalmente hay que subrayar que sorprenden por su radicalidad. No existe otro en España tan enérgico y contundente en su apremio y protesta. Al¬guna vez lo escribieron los propios obispos de las diócesis vascas y más de uno echó la toalla pidiendo el relevo. No obstante, a pesar de la dificultosa gobernabilidad de esa agitada clerecía, in¬formes de la nunciatura la consideraban en el cambio de siglo, como la mejor de España por su tesón apostólico y decidida en¬trega a su parroquia.
La literatura religiosa de todas las épocas rezuma semblan¬zas e inventarios de la tentación, en una catequesis que hace del hombre objeto de persecución y acecho. Distintos demonios han rondado también a la Iglesia pero ninguno de ellos ha consegui¬do seducirla tanto como el oportunismo puro y duro, aunque siempre disfrazado. La ficción nacionalista hace tiempo que en el País Vasco la tiene embelesada, por lo que la tentación sabiniana es la gran prueba de la Iglesia vas¬ca en la presente centuria y su gran derrota, la que le priva de su capacidad relativizadora de las ideologías y le arrebata su ofi¬cio de contestación al sistema. Es entonces cuando el poder crí¬tico de la Iglesia degenera en simple y obsequioso colaboracio¬nismo. Si las dos guerras carlistas sirvieron para sellar, una vez más, el entendimiento entre el campesinado y el clero vasco, el tinglado nacionalista habría de consagrar la consonancia de la fe católica con aquella nueva patria del neologismo de Arana. Desde entonces el destino de la Iglesia no podría separarse de la suerte de un movimiento -el nacionalismo vasco- que más que nadie había ayudado a parir y criar .
El apego de los eclesiásticos a la sustancia nacionalista y el fervor desplegado en su propagación encuentran una explicación en la naturaleza dinámica del sentimiento religioso y en su facul¬tad de sublimación y mitificación de la realidad. Por otra parte, el populismo nacionalista pregonero de una moral colectiva ca¬paz de lograr la epifanía de la patria vasca se emparejaba cómo¬damente con el populismo cristiano, que con la redención alcan¬zaría la patria celestial y la resurrección. Ya se ha dicho que la doctrina del inventor del nacionalismo vasco tenía, con el cambio de siglo, todos los ingredientes para espolear el integrismo religioso de la clerecía vasca. ¿Cómo no iban a escuchar con deleite los sacerdotes vascos los dogmas sabinianos de subordinación de lo civil a lo religioso si además cons¬tituían las bases fundamentales para la constitución del pueblo vasco? De repente se deshacían de la pesadilla de esos años, en los que el Estado liberal reivindicaba el carácter emancipado de la política. El modelo de acoplamiento entre religión y política que proponía Arana coincidía plenamente con el de la Iglesia y era la antítesis de la democracia. Un Estado legitimado en la re¬ligión siempre será un Estado irracional y autoritario. Habría de ser esa imbricación de religión y política que el na¬cionalismo consagraba la que tentaría a una porción de la clere¬cía vasca, la misma que ya había jugado la baza del carlismo que establecía parecida correlación institucional entre el Estado y la Iglesia. Pero surgía ahora algo novedoso: el camino hacia la pa¬tria vasca sólo podría recorrerse con el auxilio de la religión y el afán libertador del pueblo oprimido. Con la manipulación de la noción de pueblo -que, claro está, no es una categoría intelectual virgen- el nacionalismo ofrecía a los eclesiásticos campos inéditos de ministerio sacerdotal, que en adelante serían esmeradamente roturados. Símbolos y lengua¬je, dentro de la mística vasquista, vendrían a proclamar la natu¬raleza sacerdotal del servicio a un pueblo, a quien se retrataba en fase de aniquilamiento y cuya salvación étnica debía ser el ob¬jetivo primordial de la Iglesia. En suma, la religión de bienaven¬turanza propia del cristianismo se travestía en credo de libera¬ción sociopolítico, lo que equivale a afirmar que entre el destino divino del hombre vasco y su meta de liberación existe una per¬fecta identidad. La mano justiciera de Dios también pende sobre los que descuidan sus deberes para con Euzkadi. En una pi¬rueta bíblica que habría de crear escuela dentro del nacionalismo. Así, Engracio de Aranzadi confesaba que los vascos estaban su¬friendo las mismas contrariedades que los judíos por cometer el más abominable pecado, el deicidio, o lo que es lo mismo la pér¬dida de la patria.
Las convicciones nacionalistas no presentaban, en principio, riesgo alguno para los clérigos vascos, ansiosos de certezas ideo¬lógicas en un mundo inseguro que ya no podía ofrecérselas. Así que no debe extrañar que con simultaneidad a la enunciación del evangelio sabiniano, algunos curas vascos aparecieran como pon¬tífices de la nueva creencia. La obra del capuchino navarro Evan¬gelista de Ibero ilustra, en los primeros años del siglo, la recep¬ción eclesiástica del programa político-religioso de Sabino Ara¬na. Al enmascarar la dicotomía religión-política, el nacionalismo vasco esquivaba los inconvenientes que la militancia partidista generaba en unos años en los que la propaganda católica insistía en que ni un pensamiento para la política; todo, hasta el último aliento, para la religión. Por ello nunca los curas nacionalistas se percibirán a sí mismos haciendo política, cuando propagan los insolidarios dogmas sabinianos o predican los grandes principios del vasquismo etnocéntrico. Jamás se sentirán metidos en polí¬tica porque el servicio a la causa de la nación vasca es para ellos un genuino ministerio sacerdotal. Paradójicamente, el partido que más propagandistas iba a encontrar entre los sacerdotes y re¬ligiosos, el PNV, no sólo les prohibía a éstos ocupar puestos de mando sino también figurar como simples afiliados. Quien tiene el lenguaje -se ha escrito- tiene el poder. Pero también se puede afirmar que el poder crea el lenguaje, lo per¬vierte y pone a su servicio. Más que ninguna otra, la ideología nacionalista ha mostrado su colosal capacidad de seducción lin¬güística, combinando ideas-fuerza y retórica sentimental. En esta línea, el nacionalismo vasco tiene que agradecer los cuantiosos préstamos que la religión viene haciendo a su expresión política y la fuerza socializadora de los símbolos sacros .
Es bien sabido que religión e ideología a menudo se solapan y confunden, y que la una puede esconderse cómodamente bajo el manto de la otra. La ideología nacionalista y la religión cató¬lica se entreveran y comparten territorios, poseen liturgias y ri¬tuales, son medios de producción emocional y dan sentido a la vida. En la prosa vasquista, Sabino Arana es el Mártir, el Pa¬dre, el Maestro, siempre en mayúsculas, como en la literatura sagrada se denomina a Jesucristo o a Dios-Padre. Por su ideal los nacionalistas hemos ofrendado nuestra vida y nuestra sangre toda, se lee en el diario Euzkadi. Es Sabino Arana el Maestro no sólo porque en su palabra se contiene la doctrina verdadera, sino también porque la verdad que hay en su enseñanza tiene poder redentor. Convertida en mensaje salvífico, la doctrina sabiniana exigirá del buen vasco su asentimiento intelectual y su apego, pero asimismo la sumisión de su voluntad a sus exigencias. Sólo por este medio se podrá se¬guir el camino recto, que en su día trazara el Maestro, la única vía que lleva a la restauración de la patria vasca, a la aurora de la resurrección de la nacionalidad. La Pasión y Resurrección de Jesucristo sirven de alegoría inmutable de la peregrinación del pueblo vasco, cuyo Aberri-eguna (día de la patria) se festejará deliberadamente el Domingo de Pascua. Pero no se reducen a éstos los remedos del lenguaje bíblico; los enemigos del nacionalismo serán comparados a las turbas que pedían la muerte de Jesús, mientras la otra gran muchedumbre seguía el hosanna de las legiones patrióticas y su viril clamor en favor de Euskadi y sus defensores. Por ello el apostolado nacio¬nal debe ser un sentimiento profundo, una obligación imperiosa de los vasquistas que cuentan con el ejemplo de sus primeros correligionarios, cuyo patriotismo les hizo inflamar en el fuego de Pentecostés.
Si bien es cierto que el nacionalismo vasco contó desde su nacimiento con buenos propagandistas en las filas de la clerecía no lo es menos que hubieron de pasar bastantes años hasta que se detectó una clara orientación nacionalista en un nutrido gru¬po de ella. Fueron los curas vizcaínos los primeros en incorpo¬rarse a la familia sabiniana, que más tarde se ampliaría con jó¬venes presbíteros guipuzcoanos. En los treinta años anteriores a la llegada de la República se ordenaron sacerdotes cerca de 1.600 aspirantes de la diócesis de Vitoria, siendo este sector el que con mayor celeridad reflejó la impronta vasquista. No obstante, hubo de ser la acometida electoral de los nacio¬nalistas y su apabullante victoria de 1918 en Vizcaya las que die¬ron el empujón definitivo a un buen número de catecúmenos del clero. Los jóvenes sacerdotes se desenganchan del carlointegris¬mo y suben al carro vencedor del nacionalismo, siguiendo el ejemplo de las clases medias y del campesinado en progresiva proletarización. Aquella ideología novedosa y casi clandestina pasaba a ser la convicción apasionada de muchos vizcaínos y al¬gunos menos guipuzcoanos que siempre tuvieron al clero a su lado, como propulsor y compañero de sus solicitudes políticas. La movilización del sacerdocio joven tras el credo nacionalista trae¬ría consigo una decidida voluntad de encuadrar a sus fieles en la nueva política interclasista, que enmascaraba la lucha de clases con la proclamación de la fraternidad en la raza y en la común fe religiosa. La impiedad es maketa, había escrito Campión ex¬presando un sentimiento muy generalizado entre sus correligio¬narios. Las relaciones de los nativos con el proletariado inmigra¬do son difíciles y en nada ayuda la penosa condición social y cultural de los recién venidos. El clero no quiere aventuras -tam¬poco está preparado para ellas- y prefiere apostar por lo segu¬ro: su clientela de siempre, sus raíces y su autoridad .
Con los nacionalistas al frente de no pocos ayuntamientos y sentados en las Cortes españolas, el clero llano pensó que había llegado el momento de apoyar una doctrina que, después del hundimiento del carlismo, devolvía a los ministros de la Iglesia el omnicomprensivo caudillaje popular que la ideología liberal ponía en entredicho. No sólo era, sin embargo, la entraña reli¬giosa del nacionalismo vasco la que atraía al clero de la región; también su ingrediente de oposición al centralismo liberal y la promesa de una nueva política alejada del deterioro de los par¬tidos de la época resultaban más que sugestivos. El gobierno muy poco sensible a las peculiaridades vascas parecía como si se es¬forzase en dar argumentos a la disidencia de un clero, que lle¬vaba muchos años y bajo distintas banderas procurando mante¬ner despierta la conciencia de la propia identidad de su gente. A la llegada de la dictadura de Primo de Rivera la suerte está echada para la Iglesia vasca. Con ánimo de combatirlo o propa¬garlo, siempre será el nacionalismo vasco su compañero insepa¬rable y su aguijón. La historia dará vuelcos pero nunca tan gran¬des como para apartar del horizonte de la Iglesia la presencia del nacionalismo vasco y del binomio Dios-Euskadi que ya Sabino Arana patentara. La jerarquía eclesiástica será en muchas ocasiones lo que quiera el poder civil; el clero vasco, poco acostum¬brado a respetar los compromisos políticos de sus prelados jamás renunciará a compartir un sentimiento casi telúrico, mezcla de religión y patria, con el hechizo de la independencia al fondo. En su emparentamiento con la clerecía radicaría la buena fortuna del nacionalismo que a partir de entonces podría capitalizar el seguidismo de los vascos a sus curas y la combatividad política de éstos.
Pese a haber militado su padre -como ya se ha visto- en las filas del carlismo más combativo, y pese a haber recibido educación familiar impregnada de tal ideo¬logía, Sabino Arana, desde el inicio de su actividad política, criticará duramente las tesis de este movimiento. Ya en el discurso de Larrazábal (3 de junio de 1893) expu¬so la existencia en Vizcaya de ocho partidos políticos distintos. Tres eran católicos (carlistas, integristas y foralistas) y cinco liberales (conservadores españoles, libera¬les, republicanos radicales, republicanos federales y republicanos posibilistas). Por supuesto que de los liberales nada bueno opinaba Arana. Del resto, decía que su marcado carácter españolista poco tenía que ver con el ideario que él trataba de cons¬truir. Aun cuando coincidiese con los partidos católicos en la defensa del sistema fo¬ral, no comulgaba en cambio con la concepción autonomista que propugnaban di¬chas formaciones dentro de España. Ni mucho menos era partidario de la monarquía, tal y como proponían los carlistas, los integristas y los foralistas. Es decir, que Ara¬na no podía estar de acuerdo con corrientes de opinión que, pese a desear el man¬tenimiento de los fueros y la tradición, no buscaban la independencia de Euskal Herria. Llevó sus ataques contra el carlismo por pretender sus miembros hacer com¬patible los fueros vascos con la monarquía, en la que el rey se convertía así en la máxima autoridad soberana del País Vasco. Llegó a decir de ellos que, deslumbrados por la leyenda del españolismo, habían sido engañados y no sabían en qué consistían realmente los fueros.
En la cuestión de los maketos, también existían diferencias pues para los carlistas “maketos son toda esa caterva de castellanos liberales que han invadido nuestro suelo” pero excluían del maketismo a “aquellos valientes batallones castellanos que expo¬nían su vida en la última guerra por la defensa de nuestro fuero”. Para Arana maketos eran todos los no vascos, sin excepción. Los foralistas y todas las sociedades culturales vasquistas que existían en tiempos de Arana fueron tachadas de “españolas” y, por tan¬to, nada merecedoras del interés y respeto de éste. La publicación, en 1897, de El Par¬tido Carlista y los Fueros Basko-navarros, sentenció definitivamente la separación en¬tre nacionalismo, por un lado, y carlismo y fuerismo por otro.

EVOLUCIÓN POLÍTICA DEL NACIONALISMO Y LAS ESCISIONES
En 1892, se publica Bizkaia por su independencia, por Sabino Arana. En 1893, aparece la Revista quincenal Bizkaitarra. En 1894, junto a su hermano Luis, quema una bandera de España en Guernica. Con la aparición, en julio de 1895, del Bizkai Buru Batzar, o embrión de lo que más tarde sería el PNV, el nacionalismo vasco adopta forma política. En 1911, surge en Vizcaya el Sindicato de Trabajadores Vascos (ELA-STV).
Sabino Arana va a romper definitivamente con el carlismo en lo que al concepto de patria se refiere, ya que para los carlistas dicho concepto había que circunscribirlo a toda España. Además, para los carlistas, la figura del monarca era vital. Del lema carlista Dios, Patria, Fueros, Rey, Sabino Arana tomará íntegramente el de Dios y Fueros, desestimará el de Rey (proponía una república confederada de Territorios Históricos Vascos) y transformará el de Patria española por Patria vasca, articulando un nuevo modelo de Estado vasco opuesto en todo al Estado español al que culpará de todos los males del pueblo vasco. De ahí la aparición de Dios en las primeras consignas del aranismo: Dios y Leyes Viejas. Para convencer al pueblo de sus planteamientos, Sabino Arana escribió mucho sobre el pasado de la tierra que le vio nacer, en un intento de buscar en la historia las justificaciones necesarias a su doctrina, una historia escrita con escaso rigor científico, más con el corazón que con la cabeza, y que no soporta ni un ápice la crítica metodológica de cualquier historiador profesional. El ingreso en el PNV, en 1898, de un grupo procedente del fuerismo liberal burgués, encabezado por Ramón de la Sota y Llano, creó en el interior del movimiento nacionalista una tensión que, con altibajos, se mantuvo durante largo tiempo y aún hoy no ha desaparecido. Ramón de la Sota y sus seguidores no podían ni deseaban radicalizar sus posturas antiespañolas pues la economía vasca era entonces y ha seguido siendo estrechamente dependiente del mercado español, dentro del cual la economía vasca ocupaba un papel de primera magnitud. En tales circunstancias, la lucha por la autonomía vasca y los desvelos por mantener y robustecer la identidad del pueblo vasco y defender sus intereses por encima de todo, tenían que respetar los límites geográficos impuestos por el Estado español. Este sector del nacionalismo no quería oír hablar de la independencia ya que, en su opinión, esto iba a significar la ruina de Euskadi.
Hacia 1917, en la Diputación Foral de Vizcaya, el número de sus miembros de filiación nacionalista eran mayoría. En 1918, mientras el distrito de Bilbao enviaba al Congreso de los Diputados al socialista Indalecio Prieto, el nacionalismo vasco hacía una brillante entrada en las Cámaras: los otros cinco diputados por Vizcaya, uno por Guipúzcoa y otro por Navarra, además de varios senadores pertenecían al PNV. Todos los elegidos vizcainos eran personas de la más encumbrada burguesía o estrictamente vinculadas a ésta. Sota salió elegido por el distrito de Balmaseda, y su hijo Ramón de la Sota y Aburto consiguió un año antes la presidencia de la Diputación de Vizcaya. En Guipúzcoa, al igual que en Álava y Navarra los triunfos nacionalistas no llegarían hasta final de la década de los veinte y nunca con la fuerza que tuvieron en Vizcaya.
En 1921 se produjo escisión en el seno del PNV, que pasó a autotitularse Comunión Nacionalista Vasca, y al frente de la cual se hallaba el hermano y consejero del fundador del nacionalismo, Luis de Arana. Este nuevo partido político estaba compuesto por pequeños burgueses y reivindicaba las primitivas posturas ideológicas independentistas sabinianas. Sus seguidores utilizaron el periódico Aberri, como vehículo transmisor de sus ideas. Apenas caída la dictadura de Primo de Rivera, ambas tendencias del nacionalismo (la originaria y la “aberriana”) se reconciliaron en octubre de 1930. Sin embargo, a finales de ese mismo año, un grupo de miembros del partido, todos ellos liberales en lo político, no confesionales y muy críticos con los dirigentes de su formación, independentistas hasta el final y radicales en política, es decir, no partidarios de hacer concesiones, se separaron del recién unificado partido para formar Acción Nacionalista Vasca (ANV), organización ésta que siempre tuvo poco eco en el cuerpo electoral local salvo en la zona de Baracaldo y margen izquierda de Vizcaya.
La siguiente disidencia en el seno del nacionalismo tendrá lugar en 1959 cuando un grupo de miembros de las juventudes peneuvistas (EGI), entonces en la clandestinidad, se impacientaron ante lo que les parecía estéril actividad del PNV (entonces ilegal) y de la pasividad que ejercía el Gobierno Vasco de José Antonio Aguirre en el exilio por lo que decidieron fundar ETA. La novedad más importante de ETA (Euskadi ta Askatasuna/País Vasco y Libertad) era que introducía tesis marxistas-leninistas en sus planteamientos nacionalistas, toda vez que acogía en el seno del nacionalismo a aquellos que se identificasen con tal ideología, hubiesen o no nacido en las provincias vascongadas y tuviesen o no ocho apellidos vascos .
Euskadiko Ezkerra (la Izquierda de Euskadi) -EE- nació como coalición con vistas a las elecciones del 15 de junio de 1977. Nacionalismo y socialismo eran los dos ingredientes básicos de su ideología, con carácter revolucionario aunque no apoyaba abiertamente a ETA, declarándose partidaria, en 1979, del uso exclusivo de las vías legales y del abandono de la violencia, logrando persuadir a un sector bastante numeroso de ETA (pm) para que dejase las armas a la vez que iniciaba por los años 1979-1980 gestiones cerca del gobierno central con el fin de obtener indultos para los miembros de ETA político-militar. Este partido, en 1981, abrió sus puertas a una importante fracción del Partido Comunista vasco que supuso una renovación profunda de Euskadiko Ezkerra ya que robusteció su marxismo en lo doctrinal, consagrando públicamente en el terreno político su repudio a la violencia. Esta renovación le causó problemas con los sectores más nacionalistas, algunos de los cuales se separaron de la organización y constituyeron grupúsculos y efímeros partidos insignificantes. En 1992, Euskadiko Ezkerra acabó por integrarse en el Partido Socialista de Euskadi -PSOE-.
En 1979 aparece la coalición Herri Batasuna (Unidad Popular) -HB-, formada por miembros, directa o indirectamente, afines al sector de ETA que aún no había dejado las armas. Basan su estrategia política en la defensa de la lucha armada como forma de recuperar los derechos del pueblo vasco, en su opinión secuestrados por el gobierno centralista español, son socialistas en lo político y su programa de acción se resume en su oferta política: la alternativa KAS (Komite Abertzale Sozialisteak) y que consta de los siguientes puntos:
1. Amnistía de todos los presos políticos vascos.
2. Libertades democráticas.
3. Expulsión de Euskadi de todos los cuerpos de seguridad del Estado y su sustitución por policía vasca (Ertzantza).
4. Mejora de las condiciones de vida y trabajo de las clases populares y especialmente de la clase obrera.
5. Reconocimiento de la soberanía popular de Euskadi y derecho a la autodeterminación incluido el derecho a la creación de un Estado propio e independiente.
6. Fuerzas armadas vascas acuarteladas en Euskadi bajo el control directo del Gobierno Vasco.
7. Euskera como lengua oficial y prioritaria de Euskadi .
Eusko Alkartasuna -EA- nació en 1986 de la escisión del PNV y debido a las tesis socialdemócratas de Carlos Garaicoechea, su líder, que en lo político se aproximan a la izquierda radical, aunque este partido no es afín a la violencia terrorista. Propugna la potenciación de los órganos políticos conjuntos como el Gobierno Vasco frente a los poderes locales, ayuntamientos y diputaciones .

EUSKADI TA ASKATASUNA
Euskadi ta Askatasuna (Patria Vasca y Libertad), conocida por sus siglas ETA, es una organización terrorista, autodeclarada independentista y nacionalista vasca, de ideología marxista-leninista, que invoca la lucha armada como método para obtener sus objetivos fundamentales en los que se encuentra de manera prioritaria la independencia de lo que el nacionalismo vasco denomina Euskal Herria (territorio vasco o pueblo vasco) ubicado en los Estados de España y Francia y que acoge a las provincias de Álava, Guipúzcoa, Vizcaya, Navarra (España), Baja Navarra, Labourd y Soule (Francia). Para ello utiliza el asesinato, el secuestro, la extorsión económica tanto en España como, ocasionalmente, en Francia. Fundada esta banda por escisión de miembros del Partido Nacionalista Vasco, durante la dictadura franquista contó con el apoyo de una parte significativa de la población al ser considerada una más de las organizaciones opuestas al régimen, si bien tras el proceso democratizador iniciado en 1977, al cual no se incorporó, fue perdiendo apoyos públicos, siendo condenados sus actos y calificados de terroristas por la inmensa mayoría de las fuerzas políticas y sociales. Desde la aprobación del Estatuto de Gernika en 1979 que abre la autonomía para las provincias vascoespañolas de Álava, Vizcaya y Guipuzcoa hasta la actualidad, su condición criminal es plenamente admitida por la inmensa mayoría de los países y de las organizaciones internacionales, tales como Naciones Unidas, Consejo de Europa, y por las organizaciones defensoras de los derechos humanos más prestigiosas como Amnistía Internacional y otras.
Los miembros de ETA pasan a autodenominarse etakide (perteneciente de ETA) o gudari (luchador/patriota). En 1952, un grupo de estudiantes nacionalistas del PNV, o más bien de sus juventudes (EGI), fundan el grupo EKIN (hacer, emprender), al cual se unirían de forma progresiva otros jóvenes no encuadrados en la estructura del partido pero sí de filiación nacionalista vasca. A partir de 1953, el grupo EKIN comienza una etapa aperturista, haciendo labores de captación por medio de la impartición de cursos de formación. También empezará a establecer contactos con EGI por mediación del PNV (detrás de esto estaba la intención del partido nacionalista de controlar a EKIN), y en 1956 se fusiona con EGI. Pronto surgieron los desencuentros y en 1958 se produce la ruptura entre ambos. De este sustrato nace en Bilbao, el 31 de julio de 1959, día de San Ignacio, ETA como organización y de resistencia vasca a favor de la independencia de Euskadi. En su génesis van a intervenir los movimientos de liberación del Tercer Mundo, y especialmente el proceso de descolonización de Argelia o la llegada al poder en 1959, en Cuba, de Fidel Castro con la imposición de un gobierno progresivamente comunista. Pero también influyeron en el acta fundacional de ETA, como bien indica el que fuera miembro de ETA (pm), Teo Uriarte, la figura de Ernesto “Che” Guevara, la creación del Estado de Israel o la asunción de ciertos postulados del cristianismo social (ya en la década de los sesenta) emanados del Concilio Vaticano II. Todo ello enmarcado en un proceso de rebeldía de una juventud afiliada al PNV que echa en cara a su partido su inactividad después del sueño truncado de la intervención aliada tras la Segunda Guerra Mundial, mientras que el régimen de Franco se ha asentado en el mundo de la mano de Estados Unidos en plena Guerra Fría. El Plan de Estabilización de Ullastres (1959) había llevado a muchos pequeños empresarios y profesionales a la bancarrota, lo que hizo aumentar la crispación frente al franquismo, tal y como indica Teo Uriarte .
En estos primeros años, ETA realiza una actividad formativa, donde recupera, de raíz, el pensamiento de Sabino Arana. Sin embargo ya se empiezan a dar las primeras diferencias respecto a lo que es el tronco ideológico de este en los asuntos de la religión y de la raza como elementos de la reivindicación vasca. ETA aboga por un regeneracionismo, y sitúa a Sabino Arana como el gran maestro y renovador del nacionalismo de la patria vasca. Asumirá desde el principio los mitos del nacionalismo sabiniano: 1) Independencia absoluta del País Vasco hasta la perdida de los fueros; 2) ocupación del País Vasco por parte de los dos Estados extranjeros (España y Francia). Para llevar a cabo sus intenciones, ETA realiza un plan estratégico a largo plazo que lo divide en cuatro fases: 1) concienciar a unas minorías; 2) formar a esas minorías; 3) dar a conocer el problema nacional a todo el pueblo; 4) promover la acción de masas para encarar la liberación nacional . En su nacimiento ETA no posee proyecto, y con respecto a las reivindicaciones del movimiento obrero se limita, inicialmente, a suscribir las ideas de la doctrina social de la Iglesia Católica. Por otra parte, el problema obrero viene condicionado por la visión mítica que tiene ETA de la sociedad vasca, el sentido innato de la justicia de sus habitantes. En su primera etapa, la cuestión obrera aparece para ETA como algo extraño a sus fines específicos. Otra idea que hay que señalar en los comienzos de esta organización terrorista es su europeismo: la mitificación de la idea de Europa en contraposición a las ideas de España y Francia. ETA aspira a que Euskadi se integre dentro de Europa, pasando, así, a ser una nación más. Lo que va a ser un elemento diferenciador claro de ETA respecto al nacionalismo vasco va a ser la opción de la lucha armada, que va estar dentro de su idiosincrasia desde sus comienzos. Es un fenómeno peculiar porque no tenía antecedentes en el nacionalismo vasco. Pero desde el principio, ETA ya se caracterizaba por su activismo, lo que le fue separando del PNV. ETA no se planteaba la legitimidad o no de la lucha armada, sino que concentraba todos sus esfuerzos en desarrollar ésta como método para alcanzar la independencia del territorio vasco (español y francés) .
La primera asamblea de quienes militaban en ETA tuvo lugar en el monasterio de Belloc (Francia) en mayo de 1962. De ella surgieron cinco preceptos esenciales. El primero de ellos hacía compatible la independencia de Euskadi con la consecución de una Europa federal. El segundo apuntalaba el dogma socialista como cuerda ideológica a la que agarrarse con el puño prieto como símbolo del marxismo internacional. El tercer sofisma esencial define a la organización política como aconfesional, con rechazo expreso de la jerarquía de la Iglesia Católica, aunque y como se ha dicho antes se usa su doctrina como base del programa social etarra. El cuarto tiene que ver con el llamado proceso de regeneración histórico, entendiendo la historia vasca como un procedimiento de construcción nacional. El quinto precepto esencial reafirma al euskera como elemento de la nacionalidad vasca, en lugar de la etnia, tal y como sustentaba el PNV. Todas estas ideas se reunieron en una declaración que se denominó “Principios”, pero también es importante señalar cómo la organización pasa a autodefinirse en esta reunión clandestina “Movimiento revolucionario vasco de liberación nacional creado en la resistencia patriótica”, que posteriormente derivaría hacia la tipología actual. Y que es MNLV (Movimiento Nacional de Liberación Vasco) .
En la primavera de 1963 aconteció la II Asamblea, en Bayona, donde se profundiza en el ideario marxista-leninista del que se empapó, a la fuerza o por convencimiento, la militancia de ETA. Así veía Teo Uriarte los primeros momentos de ETA, narrados en una conferencia que dictó en la Universidad Rey Juan Carlos, de Madrid, el 10 de mayo de 2004:
ETA significa Euskadi y Libertad, y surge para liberar Euskadi bajo el franquismo asumiendo paulatinamente aspectos procedentes del marxismo, o del cristianismo social del Concilio Vaticano II. La generación que la formula son estudiantes de Bilbao de la pequeña burguesía. No la constituyen en un seminario, sino en una céntrica cafetería de Bilbao un día de San Ignacio de 1959. Supone la rebeldía de una juventud afiliada al PNV que le echa en cara a su partido su inactividad después del sueño de la intervención aliada y el descubrimiento del asentamiento del régimen internacionalmente, especialmente de la mano de USA en plena etapa de la guerra fría. No es ajena tampoco a esta rebeldía la estabilización económica iniciada un poco antes que llevó a muchos pequeños empresarios y profesionales a la bancarrota. Las siguientes generaciones procedían en gran medida de ambientes cristianos, Scout, escuelas sociales de parroquia, pero se mantiene la influencia de los universitarios. Existía una conciencia de liberación clara a pesar de influjos militaristas avalados por el éxito de los procesos insurrecciónales anticolonialistas y posteriormente del guevarismo. Pero tengo que reconocer que el proceso que más se tenía en cuenta aún en mi generación (1965-1969), y el de algunos dirigentes hasta la misma transición, fue el de la creación del Estado de Israel. Otro claro proceso histórico de inversión evidente, de ser potenciada su creación por la ONU y la II Internacional, a las actuaciones en este momento frente al pueblo palestino, más importante que el de ETA, que es el que vamos a intentar analizar. Aunque ETA surge sin complejos a la hora de asumir la violencia, muy pronto calificada de revolucionaria, el pudor hacia las armas es evidente, durante diez años durmieron en los escondites los numerosos manuales que sobre técnicas guerrilleras o terroristas, copiadas sin pudor de textos sobre Argelia, o algunos manuales sobre explosivos. Los militantes tenían repugnancia incluso a transportar un arma de un sitio a otro. Y los iniciales sueños de montar una guerrilla se van reconduciendo hacia la participación en los organismos semiclandestinos que surgen, las escuelas sociales, los sindicatos y las movidas estudiantiles. El primer intento de atraco en 1965, al que el Cabra no acude porque todos sus gudaris están en clase y sólo pueden actuar en jueves o en domingo, se saldó con un tremendo y ridículo fracaso. Sin embargo, la espiral represiva con detenciones, encarcelamientos y exilio, va a desencadenar la espiral de violencia que va a caracterizar a ETA. La dirección que sucede a la del atraco es claramente obrerista y liquidadora de una lucha armada que no se había dado más que en la imaginación. En estos momentos se puede leer en Zutik, órgano de ETA, que cuajados los tejados de antenas de televisión, lo que suponía un gran incremento del nivel de vida del pueblo, era inimaginable desarrollar un proceso revolucionario. Sin embargo, impulsado por personas que estuvieron alrededor del fracasado atraco del sesenta y cinco, se formula la V Asamblea de ETA a finales de 1966 y en la primavera del 67. Expulsan a la dirección “liquidacionista” y asumen la necesidad de la lucha armada. Ello, para el colectivo que surge, no sólo le es obligado desarrollar acciones violentas, sino que la estructura debe ser más cerrada, más clandestina, más jerarquizada, más militarizada. Y, aunque supone este momento la entrada de un cierto marxismo matizado en una etapa que con buen criterio el profesor José María Garmendia caracteriza como la del nacionalismo revolucionario, este elemento marxista no va a suponer un freno al inicio de la espiral acción-represión-acción. Los criterios y el discurso son declaradamente internistas, lo va ser más en un futuro, se limitaban por una cierta porosidad con el resto de las formaciones y círculos clandestinos que no asumían la lucha armada. Pero ese círculo en ocasiones la asumía porque en aquella situación esquizofrénica del régimen, liberalización económica y represión política, las actuaciones policiales y judiciales enervaban a la población no afecta y lo observaba dentro de un halo de heroicidad digna de los méritos de Robín Hodd. Hay que reconocer que la porosidad de aquella ETA le limitaba las locuras que algunos desde el exilio decían había que llevar a cabo. Pero las condiciones de vida de esta generación antes expuestas le llevaron a un enfrentamiento con la policía casual. Dos activistas matan a un guardia civil, y la guardia civil mata a las horas al autor del primer asesinato, Etxebarrieta. El resto del grupo, no principalmente por las teorizaciones que sobre la violencia se habían hecho, ni los manuales sobre armas (por cierto, todos ellos muy malos) deciden, impulsados por la emotividad fundamentalmente, vengarse y después de preparar muchos atentados sólo les acaba saliendo uno, el asesinato del jefe de la brigada político-social de San Sebastián, Melitón Manzanas.
En la Tercera Asamblea (Biarritz, abril-mayo de 1964) se aprueba la ruptura política con el Partido Nacionalista Vasco y se adopta la lucha armada como mejor modo de conseguir los fines que ETA se propone. La ponencia en que se concretan estos dogmas recibió el sintomático nombre de La insurrección en Euskadi. Sin embargo, no va a ser hasta el 7 de junio de 1968 cuando ETA reconozca su primer asesinato político: la muerte del guardia civil José Pardines Arcay. Y hablamos de reconocimiento público de asesinato porque el 27 de junio de 1960 murió la niña guipuzcoana Begoña Arroz Ibarrola al estallar una bomba que cobijaba una ikurriña cuando la pequeña procedía a coger la bandera. En 1961 ETA intentó descarrilar un tren que circulaba por el País Vasco con excombatientes de la Guerra Civil del bando nacional, fallándose el intento. En 1968 tiene lugar el primer atentado de gran envergadura de la organización terrorista. Estamos hablando del asesinato del jefe de la policía secreta de San Sebastián, Melitón Manzanas, y que ha sido considerado como un hito en la trayectoria mortífera etarra, como el arranque real de la violencia sanguinaria como estrategia política. Por su parte, el teórico marxista Federico Krutwig en su libro Vasconia, Estudio Dialéctico de una Nacionalidad, publicado en 1963 , expone un concepto de nacionalidad étnica vasca de forma radical ya que considerará étnicamente vasco, además de a los habitantes de las regiones históricas ya mencionadas, a territorios del viejo Reino de Navarra y del Ducado de Vasconia en Francia, constituyéndose, así, un nacionalismo expansionista.
El régimen franquista, con el fin de aplacar los movimientos de protesta obreros declara el estado de excepción durante un periodo de tres meses, que será extendido después a todo el país. ETA en esta etapa va descubrir la importancia de la clase obrera como elemento contestatario. Por eso empieza a fijar su atención, inicia un proceso de acercamiento a la clase trabajadora, lo que le lleva a tomar posiciones más progresistas y, a su vez, a un alejamiento paulatino del nacionalismo tradicional vasco. Esto constituye un auténtico salto ideológico: la liberación de Euskadi pasa por la necesidad de una revolución social, que supone una lucha contra el capitalismo; Federico Krutwig mantiene que quien mejor ha sabido comprender y dar respuesta a la problemática de la clase trabajadora ha sido el marxismo, concluyendo que en Euskadi deben aplicarse los métodos marxistas, aunque todavía va a pasar mucho tiempo hasta que ETA adopte estas posiciones. La síntesis ideológica del autor de Vasconia se compone de una mezcla de Proudhon, Bakunin, Marx y Sabino Arana. ETA considera, al igual que el nacionalismo vasco de preguerra, que Euskadi es un país ocupado al modo de las colonias africanas, donde España sería la metrópoli. En este contexto adopta la vía tercermundista, en la que España, el estado colonizador, tiene que ser expulsado de forma violenta; se va a propugnar la puesta en marcha de una guerra revolucionaria similar a las de Cuba, Argelia o Vietnam. ETA va a encontrar en el franquismo la validación perfecta de su teoría tercermundista, y en el libro de Krutwig, Vasconia, su soporte teórico y doctrinal, donde el autor defiende la lucha armada como una opción loable para llegar a la “liberación” del País Vasco.
El periodo que transcurre entre la III y la IV Asamblea se va a profundizar en las tesis anticolonialistas, que tendrán su momento álgido con la publicación de la Carta a los Intelectuales. Este documento es un intento de unificar las distintas posturas que surgieron en ETA, y trata de complementar la vía tercermundista con la lucha proletaria, es decir, propone la aplicación de una estrategia típica de países subdesarrollados en una sociedad avanzada y moderna.
En agosto de 1965, se produce la IV Asamblea en la Casa de Ejercicios Espirituales de Loyola (Azpeitia) y en las campas de Urbía (Santuario de Aranzazu). En este cónclave se dan las primeras tensiones dentro de la banda terrorista entre las posiciones vasquistas (nacionalistas) y obreristas (marxistas). En esta cuarta asamblea se vuelve a sustentar el uso de la violencia terrorista con fines políticos y también se aprueba el uso de la violencia para conseguir fondos económicos. De esta manera, el primer atraco a mano armada tuvo lugar el 24 de septiembre de 1965, en 1983 consignamos el último. En todos los realizados, las fórmulas de asalto a entidades crediticias y bancarias eran similares a las que utilizaba cualquier delincuente común al uso: toma de rehenes, amenazas a los empleados, sacas llenas de dinero robado y coche en marcha en la puerta. Otra fórmula de extorsión económica, y que aún se practica hoy, vino de la mano de las cartas que se enviaban a empresarios y gentes con fortuna solicitando el llamado “impuesto revolucionario”, a cambio de evitar su muerte si no se hacía efectiva la entrega de la cuantía solicitada. En esta IV Asamblea se notaron tres líneas políticas bien diferenciadas:
1. La de los “culturalistas” o “etnolingüistas”, representados por José Luis Álvarez Emparantza, Txillardegi. Son el sector más vasquista.
2. La de los “obreristas”, representados por Patxi Iturrioz.
3. La de los “tercermundistas”, representados por José Luis Zalbide; otro sector nacionalista partidario de establecer un vínculo entre la lucha por la independencia vasca y las luchas de liberación nacional que se estaban dando en varios países del Tercer Mundo frente a las potencias coloniales.
En la IV Asamblea serán aprobadas dos ponencias: Bases teóricas de la guerra revolucionaria y La carta a los intelectuales. En la primera se desarrollarán dos postulados estratégicos en ETA: 1) El principio de la acción¬-represión; 2) la estructuración de ETA en cuatro secciones: militar, activista, de información y oficina política. En 1964 el gobierno francés prohíbe la residencia a cuatro miembros históricos de ETA: Eneko Irrigaría, José Luis Álvarez Emparantza, José María Benito del Valle y Julen Madariaga. Esto va a tener profundas consecuencias dentro de la organización ya que, tradicionalmente, los centros de decisión estaban en el exterior del País Vasco, ahora estarán en el interior. Los dos últimos miembros de ETA, citados anteriormente, constituyen la opción etnolingüista, la cual no estaba a favor de las guerras de liberación. A partir de 1965 el poder de decisión pasará a manos de José Luis Zalbide y Francisco Iturrioz, pero la condena a prisión de Zalbide a veinticuatro años de cárcel dejará a Iturrioz al frente de la oficina política, teniendo más peso ahora las tendencias obreristas que las tercermundistas. Esto trajo una serie de consecuencias inmediatas:
a) Aumento de las publicaciones sobre temas sociolaborales y económicos.
b) Análisis sobre la realidad social, económica y política de Europa.
c) Planteamiento desde una perspectiva marxista, aplicando métodos de materialismo histórico. Se produce así una ruptura con la concepción de Euskadi como nación soberana hasta la pérdida de los fueros o leyes propias y nación ocupada después de ese momento.
d) Mantenimiento de las tesis anticolonialistas y apología de la violencia.
e) Postura claramente nacionalista.
Una segunda etapa con Iturrioz al frente de la oficina política, que comprende entre abril de 1966 y diciembre del mismo año, se caracterizará por los siguientes puntos:
a) Análisis ideológico y político desde la perspectiva española, en detrimento de la realidad vasca.
b) Se insiste más en la lucha antifascista que en la lucha contra España.
c) Crítica al nacionalismo burgués.
d) Unidad de la clase trabajadora en torno a Comisiones Obreras.
e) Liberación progresiva del régimen franquista.
Esta etapa tildada de españolista por varios sectores de ETA, desencadenará los más feroces ataques. Pero la gota que colmó el vaso fue la publicación, en el número 43 de Zutik, de un artículo en el que ETA aboga por la participación en las elecciones sindicales de 1968. Finalmente la oficina política es repudiada en favor de las líneas etnolingüista y tercermundista, y se convoca la V Asamblea en diciembre de 1966. Los expulsados conformarán un grupo, que se denominará ETA Berri o Nueva ETA. La línea tercermundista se impondrá en la V Asamblea, desempeñando un papel hegemónico y los defensores de la opción etnolingüista se retirarán silenciosamente y abandonarán la organización. La tesis de Euskadi como una colonia ocupada por España se mantendrá hasta 1968 cuando Zabilde publica, desde la cárcel, un escrito en el que se abandona la idea anticolonialista en favor de una lucha antiimperialista.
La V Asamblea da lugar a la primera escisión. Se realizó en dos fases, la primera en diciembre de 1966 en la casa parroquial de Gaztelu (Guipúzcoa). La segunda se celebró en marzo de 1967 en la casa de ejercicios espirituales de la Compañía de Jesús de Guetaria (Guipúzcoa). En la asamblea estallaron las divergencias entre obreristas y los dos sectores nacionalistas formados en la IV Asamblea. Los obreristas, tachados de “españolistas” por su pretensión de priorizar la alianza con grupos de izquierdas de todo el territorio español, se escindieron en una organización que llamaron ETA Berri (Nueva ETA), mientras que los otros dos sectores quedaron encuadrados en la llamada ETA Zaharra (Vieja ETA), que pronto volvería a ser ETA a secas. ETA Berri acabó por disolverse en un partido político de ámbito nacional llamado Movimiento Comunista (MC). En ETA Zaharra el sector tercermundista arrinconó y apartó del poder al sector culturalista de Txillardegi, que formó un grupo interno llamado Branka. En la V Asamblea se decide también la creación de los cuatro frentes o grupos de trabajo internos que mantendrá la organización a lo largo de los años: político, militar, económico y cultural.
En la VI Asamblea, celebrada en el verano de 1970 en Bayona, resurgen con fuerza las tensiones, esta vez entre militaristas (partidarios de la preeminencia de la actividad terrorista), y un sector llamado otra vez “obrerista”, que aboga por la supeditación de la lucha armada a la lucha política realizada en alianza con las organizaciones obreras. Este último sector es mayoritario durante la celebración de la asamblea, y su decisión de poner coto a la actividad armada hace que el sector militarista se niegue a aceptar las resoluciones asamblearias, creando una escisión que llamarán ETA (V Asamblea) Askatasuna ala hil (Libertad o muerte) o ETA-V. El sector mayoritario emplea la denominación ETA-VI Asamblea Iraultza ala hil (Revolución o muerte) o, abreviadamente, ETA-VI. Sin embargo, ETA-¬V logra hacerse con el control de la organización, en la que se integra un sector de EGI, las juventudes del PNV, partidario de la lucha armada. ETA-VI, por su parte, se divide en dos grupos, el mayoritario (llamado de los mayos) y el minoritario (minos). El primero aprueba en 1973 integrarse en la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) partido de ámbito español que muchos años después se unificará con el MCE (Movimiento Comunista de España). El otro sector, el de los minos, se disolverá al integrarse sus miembros en otras formaciones, como la Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT) y el PCE, o incluso en la propia ETA-V (nuevamente ETA). En 1970 tiene lugar el llamado Proceso de Burgos , que provocó el surgimiento de una rama militarista que será identitaria de la ortodoxia de ETA, mientras que los miembros de ETA-VI terminarán saliendo de la organización y constituirán un grupo trotskista, uniéndose finalmente a la Liga Comunista Revolucionaria (LCR), tal y como hemos narrado.
En 1973 se realiza la VI Asamblea que es la que provoca las últimas y más importantes escisiones hasta la fecha. Se celebra en dos partes, la primera en la localidad vascofrancesa de Hasparren en agosto de 1973, Y la segunda tras el atentado de la calle Correo de Madrid. En la primera parte resurgen las tensiones entre militaristas y obreristas, que se plasman en dos sectores enfrentados y con poca comunicación entre ellos. Son los militaristas quienes deciden unilateralmente atentar contra el Presidente del Gobierno Carrero Blanco en diciembre de 1973, provocando la escisión del sector obrerista, que se constituirá en el Partido Revolucionario de los Trabajadores Vascos (PRTV), abandonando ETA. Tas el atentado indiscriminado de la calle Correo resurge, durante la celebración de la segunda parte de la asamblea, la antigua discrepancia entre los que abogan por la prioridad absoluta de la actividad terrorista y quienes desean su supeditación a las luchas políticas. Así surgen los “militares” (milis, esencialmente provenientes del Frente Militar) y los “político-militares” (polis-milis, procedentes del Frente Obrero), que se escindirán en dos organizaciones: ETA Militar (ETAm o ETA(m)) y ETA Político-Militar (ETApm o ETA(pm)). Esta última es mayoritaria. La división entre estos dos sectores será ya un hecho claro en 1974: ETA(pm) y ETA(m). La primera defiende una relación entre la lucha armada y el movimiento de masas, mientras que la segunda se adscribe como un grupo clandestino dedicado a la guerrilla; propugna la independencia de las masas en la lucha armada. Ambas coinciden en la sublimación de la violencia política y en la concepción de Euskadi como un país ocupado. En los meses siguientes a la escisión, ETApm va a llevar una intensísima actividad armada, lo que provocará una fuerte represión policial, quedando desmantelados la mayoría de sus comandos. Esta represión hace que se replantee su futuro, por eso decide organizar la VII Asamblea en septiembre de 1976. Se produce una nueva división, separándose la estructura política de la armada. Los comandos violentos no aceptan las resoluciones de la VII Asamblea y terminarán integrándose en ETA militar, fracción que, por su parte, seguirá con su activismo terrorista, se organizará como un auténtico ejército con jerarquía militar, mientras en torno a ella se formará un movimiento, compuesto por elementos sociales y políticos de la izquierda nacionalista. Aparecerán organizaciones como KAS (Komite Abertzale Sozialisteak) y HB (Herri Batasuna), agrupadas en el llamado MNLV (Movimiento Nacional de Liberación Vasco).
Cuando se inicia la llamada transición a la democracia española, por tanto, no hay una ETA sino dos . ETApm apoyó la fundación de un partido político que representara el ideario de la organización ante las elecciones generales de 1977, el Euskal Iraultzarako Alderdia (Partido para la Revolución Vasca, EIA). Más tarde, ETApm aceptó la amnistía concedida por el gobierno español a todos los presos etarras aunque tuvieran delitos de sangre, abandonando la violencia e integrándose en el partido político Euskadiko Ezkerra (Izquierda de Euskadi), tras disolverse en 1982 y que luego se fusionaría con el PSE-PSOE en 1992. El abandono de la violencia, decidido en la VII Asamblea de ETApm, fue contestado por buena parte de su militancia, que se integró en ETAm (que en adelante, volvió a ser conocida simplemente como ETA), en especial los llamados comandos bereziak (especiales), grupos dedicados a las acciones violentas más importantes . Su cúpula dirigente consideraba que con el sistema constitucional posterior a 1978 las cosas no habían variado sustancialmente en lo que al derecho de autodeterminación se refería, y decidió continuar la actividad terrorista sin cambios, es decir, de acuerdo con la idea que venía defendiendo de preeminencia de la lucha armada sobre la política y de los aspectos nacionalistas sobre los obreristas o revolucionarios. Los atentados aumentaron en número e intensidad. En efecto, de 1975 hasta la actualidad (2009), ETA ha matado por distintos procedimientos a 824 personas. No son pocos los que durante la dictadura del general Franco (1939-1975) consideraron que ETA luchaba contra el dictador, aunque en realidad nada hay más lejos de la realidad, pues lo que buscaba la banda terrorista era la táctica de acción-reacción-acción, es decir, ataque terrorista, reacción del gobierno de la dictadura y acción del pueblo vasco en busca de la soñada independencia y del socialismo. Esto es lo que buscaba ETA aunque la ansiada reacción revolucionaria del pueblo vasco jamás llegó a producirse.
Víctimas de ETA por años



Total de víctimas de ETA: 824





ESTRUCTURA, CARACTERÍSTICAS Y ORGANIZACIÓN
La organización terrorista ETA se ubica como cabeza rectora dentro del llamado Movimiento Nacional de Liberación Vasco (MNLV) que recuerda en tipología, elementos identitarios, e incluso en el nombre, a aquellos otros que surgieron en el Tercer Mundo tras la Segunda Guerra Mundial, pero especialmente en la década de los sesenta del siglo XX. Buscaban conseguir la libertad de sus metrópolis aquellos países africanos o asiáticos que eran descolonizados, casi siempre con violencia; y que accedían a la configuración de repúblicas nuevas e independientes, bajo aprobación de la ONU, organismo internacional que se encargaba de supervisar tales procesos políticos y sus procedimientos .
Dentro del MNLV podemos encuadrar a distintos partidos políticos o marcas electorales como Herri Batasuna, Batasuna, Euskal Herritarrok, Partido Comunista de las Tierras Vascas, ANV, el movimiento juvenil Segi -antes llamado Jarrai o Gazteria-, el sindicato LAB, las Gestoras Pro-Amnistía, Senideak y otros grupos políticos que coinciden en asumir los fundamentos e ideología de la llamada izquierda abertzale (ezker abertzalea) o izquierda patriótica vasca, que se reúnen en la llamada alternativa KAS (Komite Abertzale Sozialisteak), o Comité de los Patriotas Vascos Socialistas. Cuando nos referimos a socialismo, no lo olvidemos, hacemos referencia al marxismo-leninismo, ya que ETA es la única organización política y de carácter terrorista que, dentro del mundo occidental, sigue creyendo en los postulados de Marx y Engels, y en el Estado comunista como forma de convivencia política.
El lema de ETA es Bietan Jarrai, que significa seguir en las dos, es decir, en la lucha política y en la militar. En esta última, a través de lo que llaman ekintzas (acciones) o atentados terroristas en sus más variadas vertientes (asesinato a quemarropa o con bomba) y extorsiones diversas en forma de secuestro o impuesto revolucionario. En el terreno político se valen del apoyo incondicional del MNLV y del Sindicato LAB (Langile Abertzale Batasuna-Unidad de los Trabajadores Patriotas Vascos). Su anagrama es una serpiente como símbolo de la sabiduría enroscada en un hacha (símbolo de fuerza, de lucha, de ataque) y fue creado por Félix Liquiniano, un veterano anarquista y antifranquista exiliado en Francia. Como bandera utilizan sus miembros la ikurriña, no poseyendo estandarte propio.
ETA se organiza en distintos comandos, o taldes, así lo definen los propios terroristas, y cuyo objetivo manifiesto es atentar en una concreta y bien estudiada zona geográfica. Estos comandos están coordinados por una dirección o cúpula militar que, además, da órdenes precisas en todos los ámbitos de actuación de los comandos, cuyos miembros obedecen a rajatabla, incluyéndose la consigna más siniestra de ejecución de las victimas escogidas para tal fin. Téngase en cuenta que estamos hablando de una organización terrorista que busca conseguir sus fines políticos y que funciona bajo parámetros de jerarquía castrense, como un ejército al uso. Incluso ellos mismos hablan con terminología militar ya que consideran que están en guerra con las “fuerzas de ocupación” del Estado español. De hecho, cuando mueren personas en sus atentados, que no son los objetivos que estrictamente buscaban eliminar, afirman que “en todas las guerras caen inocentes” . Poseen casas que a modo de refugio controlan los colaboradores de la banda terrorista y que también reciben el nombre de pisos francos. Utilizan, asimismo, zulos (agujeros), que son lugares ocultos, normalmente bajo tierra, o en sótanos, donde suelen esconder armas y explosivos. Además, varios exmilitantes de la banda terrorista viven en países de América Latina (México, Cuba, República Dominicana, Venezuela, Argentina o Uruguay) autodenominándose “refugiados políticos”. Lo que genera procesos de extradición a España que, a su vez, traen consigo otros tantos problemas en los países referidos, donde las organizaciones políticas de izquierda o extrema-izquierda tienden a apoyarles. Y es que sus campañas de publicidad en el exterior han calado hondo en la sociedad civil de numerosas naciones democráticas pues han sabido transmitir bien su planteamiento político independentista, mientras han tergiversado la historia para hacer ver a los cuatro vientos, según su propia interpretación, que Euskadi es un territorio ocupado y colonizado por Francia y España, y que ellos son los grandes luchadores por la independencia de su pueblo oprimido, el vasco. Predican la existencia de torturas físicas o psicológicas y se muestran al mundo exterior como victimas de lo que denominan el “conflicto vasco”.
Tal y como indica el enviado especial del diario El Mundo, Jaime López, en un concreto reportaje del 8 de junio de 2008, las organizaciones afines a ETA han encontrado en el movimiento bolivariano de Hugo Chávez su punta de lanza propagandística en América Latina. Asociaciones como la Coordinadora Continental Bolivariana (CCB) o el Consejo Bolivariano de los Pueblos (CBP) aparecen en la mira de las investigaciones españolas por la estrecha relación que existiría entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y la banda terrorista ETA. Indicios les sobran. Iñaki Gil de San Vicente, un histórico del KAS y portavoz de Askapena -la organización internacional de Batasuna encargada de hacer proselitismo en Latinoamérica- es presidente honorario de la CCB y, según informes policiales, ha participado en congresos y seminarios por toda la región gracias a su cargo. Gil de San Vicente fue identificado entre el 24 y el 27 de febrero de 2008 en Quito, donde acudió al II Congreso Bolivariano de los Pueblos, junto a Walter Wendelin, uno de los máximos dirigentes de Askapena. Wendelin fue uno de los cabezas de lista de Herritarren Zerrenda en 2004, una candidatura ilegalizada por el Tribunal Supremo, y en la que figuraba María Jesús Fullaondo, miembro de la Mesa Nacional actualmente encarcelada. Según informes de los Servicios de Inteligencia colombianos entregados a la Policía española, los dos representantes mantuvieron reuniones con guerrilleros de la cúpula política de las FARC durante este congreso celebrado en Quito. Otro de los comandantes del alto mando de las FARC, Iván Márquez, también aparecía como invitado a la cumbre.
El entorno de ETA ha encontrado una cómoda base de operaciones para sostener reuniones con otros grupos afines; hacer proselitismo político en Latinoamérica; y recabar apoyos e infraestructura para cobijar a miembros acosados por la justicia de otros países. Lo peligroso es que después del periodo de descanso, algunos vuelven a empuñar las armas. Los grupos de brigadistas-cooperantes de Askapena también visitan con asiduidad la Coordinadora Simón Bolívar (CSB), un colectivo autónomo de radicales chavistas situado en la parroquia 23 de Enero, de Caracas. Desde los micrófonos de “Al son del 23”, una radio comunitaria que funciona en la zona, impulsan campañas como Free-Batasuna, que denuncia al “Estado español y al juez Garzón por la detención de representantes de partidos políticos de la izquierda vasca”. La cooperación es mutua. La izquierda abertzale viaja a Caracas para dibujar un panorama de represión y de terrorismo de Estado en el País Vasco, y los grupos radicales chavistas aprenden técnicas de la kale borroka, sabotajes y técnicas callejeras para luchar contra el imperialismo. La Coordinadora Simón Bolívar (CSB) se hizo responsable de los dos ataques (propagandísticos) a la Embajada de España en Caracas, cuyas paredes fueron pintadas por última vez en febrero de 2008 con lemas a favor de ETA, y de otros pueblos oprimidos. Al final de la concentración, algunos miembros de la coordinadora leyeron un comunicado, que condenaba la “tortura de militantes vascos detenidos” y el “rechazo más rotundo a las expresiones y actitudes colonialista, racistas y xenófobas del Gobierno español”. Pero aún hay más. La analista de la Universidad Central de Venezuela, Elsa Cardoso, define a la internacional boliviana como una reedición del foro de Sao Paulo, inaugurado por Fidel Castro en 1990, con la ayuda, por cierto, de Lula da Silva, y que agrupó a numerosas guerrillas latinoamericanas y movimientos de izquierda. Escuchemos a Jaime López cuando nos indica que el Instituto de Tierras del gobierno venezolano es un refugio de pistoleros:
Los informes policiales reducen la presencia de etarras en Venezuela a algo más de una treintena. El más conocido es el pistolero del comando Oker, Arturo Cubillas, director adscrito a la Oficina de Administración y Servicios del Ministerio de Agricultura y Tierras de Venezuela desde octubre de 2005 y que está acusado de haber participado en tres asesinatos. Su esposa, Goizeber Odriozola -una periodista hija de vascos-, ha trabajado en el Ministerio de Presidencia y en el de Educación, junto al influyente Adán Chávez, hermano mayor de Hugo. Actualmente, Odriozola es directora en el Instituto Nacional de Tierras (Inti). Su vicedirectora y mano derecha en el Inti es Asun Arana, viuda de Miguel Beñaran Ordeñana, Argala, y etarra incluida en el grupo de deportados desde Argel en 1987. Este organismo encargado de realizar la agresiva revolución agraria de Chávez es, según fuentes cercanas a la investigación, un “refugio” de pistoleros de ETA. Ante una petición de la Audiencia Nacional, la Fiscalía venezolana ordenó en 2002 la detención de seis etarras cuyos crímenes no habían prescrito. “Todos estaban localizados, pero se esfumaron en cuanto el Gobierno venezolano decretó la extradición [...] Es imposible que esas cosas ocurran sin ayuda”, recuerda un funcionario cercano a la operación. Se trataba de Miguel Ángel Aldana Barrena, Askatu, imputado en al menos siete asesinatos; Eugenio Barrutiabengoa Zabarte, acusado de 10 asesinatos -dos de ellos frustrados-; Jesús Ricardo Urteaga Repollés, implicado en cuatro crímenes; José Martín San Sebastián Aguirre, al que se imputan dos asesinatos -aunque no figura en ninguna causa abierta en la Audiencia Nacional-; Luis María Olalde Quintela, acusado de cuatro asesinatos; y José Ayestarán Legorburu, procesado por tres crímenes. Según averiguaciones realizadas por El Mundo, entre dos y cuatro de estos seis etarras pedidos en extradición -entre ellos, Eugenio Barrutiabengoa- trabajan actualmente en el Inti, con nómina del Gobierno venezolano. En reiteradas ocasiones, las autoridades españolas han intentado recabar más información sobre este espinoso asunto, con requerimientos al Ministerio de Agricultura y a la Presidencia venezolana. La respuesta es siempre la misma: no hay respuesta. Otro de los militantes que trabaja para la Administración venezolana es Xavier Arruti, un etarra sin delitos de sangre pero con acusaciones de pertenencia a banda armada. Arruti llegó a Venezuela en los ochenta y, como la mayoría de sus camaradas, huyó del ajetreo de Caracas para asentarse en un pueblo turístico de la costa caribeña, situado en el estado de Falcón (oeste). Arruti trabaja como asesor de la Alcaldía de Chichiriviche desde 2004, y en las próximas elecciones regionales de noviembre le gustaría ser alcalde. Su restaurante de pescados y mariscos, Txalupa, ha servido de escondite para etarras buscados por la policía. Sebastián Etxaniz Alkorta, alias Sebas, por ejemplo, fue detenido en 2002 cuando trabajaba en este local como camarero. Tanto Arruti como Cubillas poseen nacionalidad venezolana, lo que dificulta a la Justicia española realizar más pesquisas. “La relación entre ETA y el Gobierno bolivariano no se limita sólo a Cubillas o a Arruti. Existen altos jerarcas chavistas que mantuvieron contactos con la banda cuando trabajaban en organizaciones de Derechos Humanos”, puntualizan otras fuentes cercanas a la investigación. El gobernador del Estado de Anzoátegui, Tarek William Saab; el ministro de Agricultura, Elías Jaua, o el ex vicepresidente José Vicente Rangel aparecen como los grandes benefactores de los etarras, añaden estas mismas fuentes, con una relación que se remonta a finales de la década de los ochenta, cuando trabajaban en la organización de Derechos Humanos Provea. Precisamente, esta asociación fue la que se encargó de negociar las indemnizaciones de 325.000 euros a Sebas y Juan Víctor Galarza Mendiola, deportados a España en 2002. Desde que Hugo Chávez fue elegido presidente en 1998, hubo un tercer y último etarra, José Ramón Foruria, entregado también en 2002 a las autoridades españolas. Aunque Foruria recibiría la jugosa compensación que prometió el Estado venezolano, finalmente no fue así por no contar con los mismos servicios jurídicos que sus otros dos compañeros y estar castigado por salirse de la estructura de la banda.
Y es que la experiencia internacional de ETA viene de atrás. En los años de la dictadura del general Franco muchos etarras se exiliaban a México y Venezuela y allí lograban desconectar volviendo renovados a España tras temporadas en Iberoamérica . La ausencia de control y las mismas bondades del continente hacían del exilio una etapa tan placentera que el terrorista, en ocasiones, ya no regresaba nunca. Pronto intuyó ETA que en un mundo globalizado como el nuestro, debía de abrir nuevos frentes si quería persistir. En 1989, tras la caída del Muro de Berlín, ETA se planteó crear un grupo de presión vasco en USA, nucleado en torno a la Fundación Carter y con apoyos latinoamericanos como la Fundación Arias para la Paz y Progreso Humano, de Costa Rica. Así, Xaki, la oficina internacional de ETA, sabe que si la organización quiere seguir existiendo, debe “internacionalizar” el problema vasco. A ello se ha dedicado a través de una campaña de desprestigio del gobierno español en todo tipo de instituciones internacionales. Todo ello con intención de crear un grupo de presión secundado por figuras de talla mundial, que puede forzar a una solución del “conflicto” a su favor. Adolfo Pérez Esquivel, presidente de Paz y Justicia y premio Nobel de la Paz ha sido invitado por ETA para liderarlo. Tampoco han dudado en contactar con el Vaticano, Rigoberta Menchú, o el mismísimo Dalai Lama .
Los terroristas distinguen entre aquellos activistas aún no fichados por la policía (“legales”), aquellos otros que están refugiados en Francia (“liberados”), los encarcelados, a los que llaman “prisioneros políticos” y a los que están libres después de ser detenidos y cumplir condena (“quemados”). La mayoría de sus actividades las realizan en el País Vasco español, aunque también expanden su terror por otras zonas de España. Rara vez cometen atentados en Francia (en su País Vasco o Iparralde como lo denominan), ámbito geográfico éste que siempre han considerado su refugio por excelencia. Tienen tendencia a robar troqueladoras y material para falsificar placas de matrícula. En los primeros tiempos sustraían también elementos de imprenta para difundir sus escritos y proclamas, siendo frecuentes los hurtos de automóviles que luego se han usado para huir de un atentado o como coches-bomba. A sus propietarios normalmente los secuestran y atan en árboles de bosques relativamente alejados de las vías de comunicación. Este es el lugar donde suelen abandonar a los secuestrados tras haber cobrado rescate, aunque esta técnica está ya en desuso. Las tácticas más habituales del terror de ETA son:
1. El atentado, utilizando generalmente el método del coche-bomba, la mochila-bomba o el disparo a corta distancia (conocido habitualmente como tiro en la nuca aunque no siempre se dirige a esa parte).
2. La violencia de personas en forma de amenazas anónimas, carteles, dibujos de diana con nombre dentro y pintadas (que ha obligado a llevar escoltas a mucha gente, sobre todo en el País Vasco), usada incluso en algunas ocasiones (siempre minoritarias) contra políticos del nacionalismo vasco.
3. El cobro del “impuesto revolucionario”.
4. El secuestro (argumentado con frecuencia como castigo por no pagar el impuesto revolucionario).
Sobre la utilidad que estos métodos tienen para los miembros de ETA basta con leer esta carta que, desde la cárcel, Henri Parot, enviaba a la organización y que interceptada por las instituciones penitenciarias se publicaba por la prensa española el 19 de noviembre de 2005:
¡Aupa amigos! Recibí vuestra respuesta, ¡mil gracias! [...] ACCIONES: Me contestasteis que “no sólo tomamos en cuenta tu apor¬tación, sino que hace tiempo que es¬tamos intentando trabajar en esa lí¬nea”. Pues vista la última ekintza contra el BBVA de Madrid (Goya) yo estoy perplejo, pues los mismos que pusieron el petardo allí pudiesen haberlo puesto en un sitio más VITAL para España. Un compañero y yo pusimos una vez tres coches bombas seguidos la misma noche en Madrid contra tres ministerios seguidos sin ningún tipo de problemas [...] Yo proponía obje¬tivos mas VITALES pero aquí estábamos con la tontería de generales y objetivos militares cuando lo que importa es dar en el corazón (es decir ECONOMÍA, POLÍTICOS de alto nivel) [...] Caí por negligencias y una pequeña traición por desgracia. Nuestros objetivos ya preparados eran después el Ministerio del Interior y la Audiencia Nacional (no entiendo cómo no la hemos volado ya). [Hay] edificios enteros vitales pa¬ra el Estado, como son el Banco de España (yo lo quería volar pero... no me dejaron... ) las bolsas (Madrid-Barcelona). [...] Estoy convencido que si hacéis eso se sentarán a nego¬ciar (en el 88 se sentaron después que volamos el cuartel de Zaragoza). Es la ÚNICA VÍA: o les hacéis daños VITALES, en la cabeza/corazón, o no hay nada que hacer [...] Bueno amigos, abrazos de corazón. Viva vosotros”.
Creo que el texto no puede ser más contundente, clarificador y representativo de la metodología que acabamos de citar. El testimonio, a fuerza de ser elocuente, pone de manifiesto la estructura y características de la banda terrorista de la que venimos hablando. El contenido es, simplemente, sobrecogedor.

UNA BANDA EMINENTEMENTE MASCULINA
Tal y como ha estudiado, con acierto, Fernando Reinares, en ETA nueve de cada diez de sus militantes son hombres y no se ha resuelto el conflicto de género, lo que hace que algunas mujeres, por destacar, muestren un carácter más feroz, más sanguinario. Algunas de ellas acusan a la organización de machista .
En las décadas de los sesenta y setenta se pedía entrar en la banda terrorista con el servicio militar cumplido, con el fin manifiesto de tener un manejo acreditado de las armas. El origen geográfico de donde provenían los primeros etarras eran núcleos pequeños y medianos y en lo que se refiere a su profesión solían tratarse de obreros especializados. La edad media de ingreso era a los veinte años y en torno al 60% de los activistas hablaba de forma habitual en euskera. En la década de los ochenta, que podemos considerar de transición, no varían mucho estos datos aunque empieza a notarse un descenso de aquellos militantes que hablan vascuence. En la década de los noventa la edad media de ingreso es de veintidós años, sólo el 10% de los terroristas habla la lengua vascongada y la fuente fundamental de reclutamiento proviene de las comarcas urbanas del Gran Bilbao o de San Sebastián, y se trata ahora de estudiantes fracasados en la mayoría de los casos.
En los primeros años del siglo XXI la edad de ingreso aumenta, el nivel de conocimiento del euskera sigue siendo bajo y la procedencia de la militancia urbana con escasa formación teórica en ámbitos políticos. También se detecta una mayor dificultad de reposición generacional, fruto de la mejor protección de los objetivos posibles para los terroristas, ahora fuertemente escoltados, y fruto también del cada vez menor apoyo social en el solar vasco que tiene hoy en día ETA. Y es que en el pasado, ETA disponía de un considerable sustento social durante el franquismo, periodo en que asesinó a Luis Carrero Blanco, pero la transición a la democracia y su progresiva radicalización le hicieron ir perdiendo simpatía popular, lo cual se hizo especialmente patente con el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, en 1997, que generaría un gran rechazo en la sociedad. Actualmente, su seguimiento social es minoritario, pues según el Euskobarómetro -estudio sociológico realizado por un equipo de profesores de la Universidad del País Vasco- de noviembre de 2005, más del 60% de los vascos rechazaba totalmente a ETA; un 17% opinaba que en el pasado su violencia había estado justificada, pero en el momento de la encuesta no; un 12% compartía sus fines, pero no sus métodos violentos; un 3% justificaba plenamente la acción de ETA, criticando sus errores, mientras que solamente un 0’4% la apoyaba totalmente. Estas cifras de encuesta de opinión se vienen reproduciendo más o menos con esta fidelidad desde entonces hasta hoy.
El 25 de agosto de 2008, Oscar Otálora, publicó en El Correo un interesante reportaje donde pone de manifiesto las dificultades por las que atraviesa la organización terrorista para reclutar militantes:
“Busca todo tipo de personas, gente 'quemada', limpia, chollos... es igual, hay trabajo para todos”. Estas palabras escritas por el miembro de ETA Arkaitz Goikoetxea en una carta dirigida al 'legal' -no fichado- Aitor Cotano resumen uno de los principales problemas al que se enfrenta en la actualidad la banda terrorista: sus dificultades para captar nuevos miembros. El etarra le pide que reclute entre diez y quince personas “como mínimo, de ahí para arriba” porque la organización “tiene grandes necesidades en la estructura”. La misiva refleja las dificultades para renovarse que sufre en estos momentos ETA y que le llevan a no tener problemas en proponer a sus colaboradores que incluso capten 'quemados', es decir, personas que ya han sido detenidas o investigadas y que hasta ahora eran rechazadas por considerar que su presencia en algún comando podía poner en peligro al resto de la banda. Según los expertos de las fuerzas de seguridad, esta situación sin precedentes es fruto de la desmovilización que se está produciendo en sectores que hasta ahora apoyaban a la banda pero también, y de una forma definitiva, por la presión policial y judicial sobre la kale borroka.
En verdad, impedir que nuevos militantes se incorporen a la banda es un elemento clave para evitar su regeneración y su juventud vitalista . En el pasado, los comandos ya venían configurados con personas sin grandes relaciones personales entre ellos y, en muchos casos, ni se conocían entre sí sus miembros. Y que, a su vez, eran apoyados por los tradicionales colaboradores en el lugar donde iban a cometer sus acciones terroristas. En la actualidad han de recurrir a los amigos de adolescencia teniendo incluso que utilizar sus propios vehículos y domicilios. Los relevos sustitutivos de los comandos cada vez son más difíciles. Claro que esta circunstancia también tiene que ver con el hecho según el cual una buena parte de los posibles objetivos de ETA llevan escolta. La policía española considera que ETA está compuesta, en estos momentos, por unos cien militantes, de los que unos treinta y cinco estarían capacitados para configurar comandos de acción asesina. Lo que pone en evidencia, una vez más, que su nivel de preparación es bajo. Téngase en cuenta que en los momentos de máxima actividad, ETA ha llegado a tener en activo (de una u otra forma) a quinientos militantes. En esta línea interpretativa también hemos de situar los datos aportados por el propio Gobierno Vasco, en julio de 2008, según los cuales un 30% de los ciudadanos se opone a la separación del País Vasco del resto de España, mientras que un 22% sí la aceptaría y un 32% decidiría su postura en función de las circunstancias del momento. Según expresa el documento oficial, sustentado sobre una encuesta a 2.854 habitantes de la Comunidad Autónoma Vasca, la actitud más favorable a la independencia la muestran principalmente los guipuzcoanos y quienes simpatizan con EA (45%), y especialmente con el Partido Comunista de las Tierras Vascas (el sucesor de Herri Batasuna) donde el apoyo a la independencia es del 85% de sus seguidores y votantes. En el PNV, no obstante, sólo el 26% respalda la independencia, el 19% no la sustenta y el 44% de sus seguidores no tiene clara su postura. Las diferencias a favor o en contra de la independencia son también palpables dependiendo de las provincias de origen de los encuestados. Así, sólo un 15% de los alaveses apoya la secesión frente al 43% que se opone. En Vizcaya la variable es de 22% a favor y 30% en contra y en Guipúzcoa un 27% de sus habitantes se muestra a favor de la ruptura con España y un 24% en contra. En la actualidad unos setecientos cincuenta etarras están en las cárceles españolas, otros ciento setenta en las francesas, cinco presos de ETA están en dos prisiones de México y uno en el Reino Unido. Pese a este número elevado de acotados, la organización terrorista se sigue nutriendo de jóvenes provenientes, habitualmente, de la lucha callejera -kale borroka- y del entorno familiar de otros etarras. Las razones que los protagonistas aducen para su ingreso son:
1. Consideración de que la violencia es útil.
2. Fuertes expectativas de éxito político sobre todo durante el inicio de la transición.
3. Pertenencia a un nacionalismo étnico y excluyente.
4. Búsqueda de emociones fuertes.
5. El hecho de militar en ETA genera un sentimiento heroico, patriota, de pertenencia a un estatus social superior.
6. Odio a España y a las personas que representan a este país.
7. Creencia de que en Francia, como zona de refugio y acogida, la inmunidad es total.
8. Pertenecer a ETA disipa u oculta numerosas frustraciones personales.
9. Militancia en ETA de familiares y amigos.
10. Pensamiento de lucha por la única causa justa posible: la independencia del pueblo vasco.
La forma de participar activamente en la organización terrorista se genera a través de los siguientes escalones:
- Grupos “X”, formados por jóvenes radicales encargados de realizar destrozos callejeros.
- Grupos “Y”, compuestos por un máximo de cinco personas, se dedican a cometer pequeños atentados.
- Grupos “Z”, integrados por miembros especializados, son los responsables de los coches-bombas y de los asesinatos.
El 8 de octubre de 1999 se aprobaba en España la Ley de Solidaridad con las victimas del terrorismo que tiene como objetivo rendir testimonio de honor y reconocimiento a quienes han sufrido actos terroristas y, en consideración a ello, asumir el pago de las indemnizaciones que les son debidas por los autores y demás responsables de tales actos. Dos meses después, el 23 de diciembre, se promulgaba otro Real Decreto en el que se aprobaba el reglamento de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las victimas del terrorismo . El 26 de febrero de 2002, el gobierno de Estados Unidos emitió una orden por la que se añadía a ETA (y con ella a Euskal Herritarrok, Herri Batasuna, Jarrai-Haika-Segi, Gestoras Pro-Amnistía) a su lista de terroristas y organizaciones terroristas, así como a algunos miembros de esta organización. Por su parte, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidad, en su Resolución 1371, de 28 de septiembre de 2001, condenaba cualquier ataque terrorista que amenazase la paz y la seguridad internacionales, mientras se reafirmaba en sus Resoluciones 1269 del año 1999 y 1368 de 2001 en la misma línea.

EKINTZA
Otra vertiente característica de ETA es el entramado de negocio y actividades económicas que viene desarrollando de forma clandestina desde la década de los ochenta del siglo XX (a gran escala) cuando se intuía que una empresa intermediaria de seguros y otras de máquinas de juego eran fuente primaria de negociación. En las décadas anteriores eran las donaciones voluntarias (tanto en España como en el resto del mundo) las que sustentaban este entramado de negocio, además de las ya citadas técnicas de secuestro, “impuesto revolucionario” o atracos a entidades bancarias. Tras la detención de la cúpula de ETA en Bidart (Francia) se encontraron pruebas contundentes sobre el llamado “Proyecto Udaletxe”, por el que la banda terrorista pagaba a sus organizaciones de apoyo y a aquellos que llaman “refugiados”. La trama empresarial movía casi dos mil millones de pesetas (del año 1992) al año y se extendía por todo el País Vasco, Navarra, resto de España, Francia, Bélgica y otros países de la Unión Europea, y tenía ramificaciones en Cuba, Panamá, Venezuela, México, Argentina, Uruguay o Cabo Verde .
En el año 1998 el juez Baltasar Garzón desmanteló una red de actividades paralelas de la Koordinadora Abertzale Sozialisteak y que financiaba a ETA. En el mes de julio de aquel año cerró el diario Egin y la emisora Egin Irratia, medios de comunicación que apoyaban a ETA, aunque posteriormente surgió un nuevo periódico, Gara, que representó el mismo papel. A finales de aquel año, el mismo magistrado procesó a veintiséis personas por su relación con el caso y declaró ilícita a la Koordinadora Abertzale Sozialisteak (KAS) “como parte integrante de la misma organización terrorista que ETA encabezaba”. En el año 2000 se juzgó a los líderes de Xaki (aparato de relaciones internacionales de ETA) y se hallaron datos bien contundentes sobre las finanzas de la banda terrorista en Latinoamérica. Una nueva actuación del juez Garzón, en el año 2002, destrozó la trama económica de las herriko tabernas (bares populares) y de las sedes de Batasuna donde se vio que sirvieron para recaudar el impuesto revolucionario.
Uno de los principales ejes conductores de la violencia de ETA ha sido -desde sus orígenes- el idioma vasco. Sus miembros han sustentado de forma permanente que en la lengua se encuentra el elemento diferenciador de su país por excelencia. Es más, y tal y como se ha dicho, ETA eliminó el concepto de raza vasca haciendo acreedor de tal condición a quien residía en aquel territorio y hablaba vascuence. Considerada ésta, décadas atrás, por la burguesía urbana vascongada como lengua de aldeanos, ETA se encargó de que su aprendizaje pasase a ser considerado como la mejor manera de recuperar la identidad, valorándose sobremanera a aquellos militantes que entraban en la organización conociendo esta lengua. Curiosamente es el euskera el idioma más utilizado para los intercambios epistolares entre militantes. En cambio, cuando se trata de elaborar documentos políticos o estratégicos se usa más el español. Publicaciones internas de ETA, como Zutabe o Zuzen, usan indistintamente el euskera, el español y el francés. Un elemento llamativo incide en que el euskera es el idioma habitual en las cartas enviadas de la dirección hacia los dirigentes aunque al revés no sucede lo mismo. Esto denota que el nivel de euskaldunización de la cúpula etarra está por encima de su militancia. Decía José Luis Álvarez Enparantza, Txillardegui (el que dio nombre a ETA) que “sólo el euskera ha dado cohesión sociológica al pueblo vasco, porque sólo la lengua es factor decisivo en la comunicación”.
La mayoría de ex-militantes de ETA coinciden en señalar que en el devenir de la banda ha habido dos etapas bien diferenciadas. Una primera, de alegre camaradería, ilusión y llena de ideales, cuyos máximos exponentes eran unos atentados donde se seleccionaba a la víctima de manera exquisita y los activistas demostraban un gran arrojo y coraje; y luego una segunda época caracterizada por la dejadez y el desconcierto -curiosamente en una organización más jerarquizada y disciplinada que nunca- y donde los atentados se realizan de manera indiscriminada . Por otro lado, cuando el activista va a cometer un atentado, convierte a la persona en mero objetivo, desposeyéndola de su rango de ser humano. Esta consideración no humana del etarra hacia su víctima, puede extenderse también entre los mismos terroristas en el momento de cometer el atentado, lo que les permite poder abandonar a un compañero herido si con ello impiden que la operación fracase. La deshumanización se extiende a la gente que aunque no está dentro de la organización, sí que la justifica ideológicamente. Cuando en el atentado del cuartel de la guardia civil de Zaragoza fallecieron varios niños, hijos de guardias civiles, éstos fueron interpretados por los propios asesinos y la gente que los apoyó como escudos humanos utilizados de esta manera por sus padres, agentes opresores de la nación vasca . Llama la atención el mecanismo por el cual logran convertir a la víctima en verdugo. También afirman, de forma habitual, que en toda guerra mueren inocentes. Como también insisten en que “ellos son los primeros interesados en no matar”, y que si lo hacen es porque se ven forzados a ello por las adversas circunstancias en que el Estado español mantiene oprimido a su pueblo. Ambos mecanismos, tanto la eliminación de condición humana de sus víctimas, como la “justificación política” han sido ideados por la organización -el grupo- en la necesidad de hacer más llevadero al activista -el individuo- el objeto de matar a una persona. A fin de cuentas todo lo hacen como consecuencia del “conflicto vasco”, que ellos no han originado, insisten los etarras.
- Hay militantes que, tras una sincera autocrítica sobre su propia actuación, han manifestado su disconformidad con la política de “poner muertos encima de la mesa” y han criticado a la organización. Éste es un desafío grave. Supone anteponer la reflexión individual a la disciplina del grupo. Para ETA como organización, y más en su línea dictatorial, los derechos colectivos priman sobre los derechos y libertades individuales. También quien planifica un atentado tiene la misma responsabilidad que el que lo comete, y que el que lo justifica. De hecho, hasta en los funerales y homenajes que se hacen a los terroristas en su lugar de origen como consecuencia de su deceso, siempre se destaca su contribución colectiva a la causa y no sus logros particulares dentro de la misma. Los comandos no hablan nunca de la muerte y aún menos del miedo a la muerte. Simplemente está prohibido, el suicidio, además, no existe para los miembros de ETA.
Los terroristas de ETA llaman ekintza (acción) a los atentados que realizan que es una manera peculiar de evitar la palabra asesinato, pues ellos consideran que hacen actos políticos y militares, y que las personas a las que quitan la vida son bajas de guerra, “acciones” para conseguir la independencia y el socialismo . La metamorfosis más destacada ocurre a la entrada en prisión. Allí el carisma pasa a relacionarse con el carácter, poniéndose a prueba en los difíciles momentos que les tocarán vivir. Es norma entre los etarras no mostrar debilidad ni ante los compañeros ni ante los funcionarios. Tampoco pueden hablar de las torturas entre ellos. Mientras que en la cárcel, el etarra, pronto se verá arropado por sus compañeros “de lucha”, en la comisaría se encuentra frente a frente y a solas con las “fuerzas opresoras”, según su expresión. Es el sitio más temido por todos los presos. Allí su identidad personal es rota en añicos sin piedad, experimentándose un vacío y una soledad inconmensurables. Y es que, Francia, el refugio por excelencia hasta la llegada de los nuevos gobiernos democráticos tras la Constitución de 1978, venía realizando una tarea de acogimiento de aquellos vascos que huían de España y que estaban implicados en ETA. En la década de los sesenta se toleró la creación de Anai Artea (Entre Hermanos) de forma oficial, también existía un Comité de Apoyo a los Refugiados que proporcionaba a éstos el estatuto de refugiado político, mientras se les ayudaba a establecerse en cualquiera de las tres provincias vascas del sur de Francia con permiso de trabajo y residencia en regla. A principios de los años setenta del pasado siglo nació Iparretarrak, una organización similar a ETA pero en suelo galo, lo que hizo al gobierno francés recelar de la situación de acogimiento y no será hasta finales de los ochenta cuando Francia empiece a generalizar la política de extradiciones hacia España. Pese a todo, el número de actividades delictivas en suelo francés es infinitamente menor a las cometidas en territorio español .

TESTIMONIOS DE ETARRAS
A continuación, nos ha parecido ilustrativo incluir testimonios originales de miembros de ETA, que han sido recogidos por Fernando Reinares. Todos ellos son anónimos, tal y como los estructura, desde su perspectiva metodológica, el autor citado.
Testimonio 1
- ¿España? Represión. España era la policía que tenias al lado y que te machacaba. España era el emigrante que ha venido de fuera, que no se había integrado y que encima te decía que si no sería por ellos pues los vascos comerían hierro, porque ellos habían llevado el trabajo a Euskadi. Porque los vascos, según ellos, no trabajaban; los que trabajaban eran pues los extremeños, la gente que iría para allá, ¿no? Y en vez de integrarse y yo qué sé, pues no criticar sino decir: bueno, ellos andan por este camino. Será por algo, ¿no? Ellos llevan aquí muchos más años, en esta tierra. Pues será por algo, ¿no? Lo mínimo que puedo ha¬cer es o apoyarles o no decir nada, ¿no? Pero ya había una gente que eran españoles, que te despotricaban totalmente, ¿no? Y estabas en tu pueblo y llevabas una ikurriña y hablabas en euskera, y resulta que ha¬bía un montón de gallegos al lado y te decían que a ver que andabas hablando euskera, que eso era España y que... Estamos aquí y aquí so¬mos todos gallegos en este bar y tú estás hablando euskera. Tú no ha¬bles euskera. Eso era España, represión y negación de derechos, ¿no?
Testimonio 2
- Para nosotros el inmigrante, bueno, nosotros más que inmigrantes los llamábamos españoles, ¿no? Los españoles eran una amenaza a todo lo que era nuestra cultura, nuestras costumbres. Y entonces pues todo eso te hacía pues un rechazo y que al final pues muchas veces ser un poco racista también.
Testimonio 3
- Yo, además, nunca he sido demócrata. Yo no he sido antifranquista. O sea, ETA no es ni ha sido nunca antifranquista. Ni ha luchado por la democracia española. ETA es un grupo nacionalista que lucha por la liberación de Euskadi y punto. Lo que pasa es que a mí me da igual que me oprima la democracia o que me oprima Franco. Yo lo que he querido es que Euskadi sea in¬dependiente.
Testimonio 4
- Yo creo además que a mí lo que me hacía actuar era el odio. Sin duda alguna, además. Hoy mismo, por odio igual podría hacer lo de antes, no lo sé, pero sin odio sería incapaz. Eso lo tengo clarísimo, ade¬más. Sí, sí, estuvo presente en todo momento el odio. De hecho, lo que hice fue por odio. O sea, si no es por odio no soy capaz de hacerlo. Y no he tenido además ningún remordimiento de conciencia. O sea, de decir, bueno, matas a una persona y ¡hostia! En ningún momento. Porque actuaba en ese momento por odio. O sea, si no es el odio el que me guiaba, seguramente no sería capaz de hacerlo.
Testimonio 5
- Joder, fue algo... no sé, inexplicable o no sé. Actué de una manera que digo, bueno, pues luego digo: ¿pero cómo puedo ser yo? O sea, fuimos a por una persona, un conocido además, y en vez de dispararle desde donde estaba yo, o sea a una distancia de unos cinco o seis metros, salí corriendo hacia él. O sea, como si, no sé, como si digo: ¡joder, no le voy a dar desde aquí! Entonces salí corriendo hacia él, hasta que me acerqué a él. Y luego pensando digo: bueno, ¿Cómo he podido reaccionar yo? Le odiaba tanto a esa persona, le odiaba tanto, le odia¬ba... era tanto el odio que tenía contra él, que digo: ¡Dios, no se me escapa! No se me escapa; y fui. Ese era un confidente. En aquel momento, o sea, el odio era el que mandaba. O sea, tenía las cosas bastan¬te claras. Yo, después de hacer lo que hacía, me quedaba como un señor y dormía como un rey.
Testimonio 6
- Cuando pones una bomba simplemente pones una bomba, espe¬ras a que pase, le das al botoncito y... eso. Y no hay ningún tipo de ries¬go en este tipo de acciones. Donde hay un tipo de riesgo es en la otra, que te pueden salir disparando desde cualquier lado, ¿no? En este caso vas con una cosa pequeñita, le das al botón y sabes que no hay ningún enfrentamiento. El poner una bomba, el meter cincuenta o cien kilos en un coche y hacerla explosionar, pues era la cosa más sen¬cilla del mundo. Cualquier tonto lo podía hacer. Aparte, a nosotros en primer lugar no nos daban ni pie a pensar que si habíamos hecho bien o habíamos hecho mal. Simplemente hacíamos una acción y ya estába¬mos pensando en la siguiente acción [...] La única obsesión que tenía¬mos era crear el máximo miedo y daño posible a los madrileños [...] Solíamos ir por las calles y oíamos, o en los bares, solíamos oír hablar a la gente, que decía, joder, es que yo acepto cualquier postura política, pero es que la violencia es una cosa que yo no puedo aceptar. Y noso¬tros nos reíamos. Y decíamos, joder ¿la violencia? la violencia es la que hacéis vosotros. A pesar de que matáramos a un montón de gente, la cosa era justa y la culpa la tenéis vosotros. Y la violencia la generáis vo¬sotros, luego cualquier cosa que hacíamos nosotros era buena.
Testimonio 7
- A mí me parecía que era gente que estaba dispuesta a dar todo. Yo creo que es como en el amor, cuando amas mucho a una persona y no sabes expresarlo, hay algo que es como que te sale, que salta, ¿no? Y a mí me parecía que la gente que estaba en ETA tenía un amor tal por el pueblo que estaban dispuestos a sacarse y a darlo todo.
Testimonio 8
- Pues para mí eran gente con una capacidad testicular exquisita, con una capacidad de entrega absoluta. Héroes para mí, héroes. O sea, lo tenía muy claro: alguien que es capaz de darlo todo por su patria es que es la hostia. O sea, por unos sentimientos, que es capaz de entregar e hipotecar su vida, romper con todo, me parecía que era exquisito. O sea, es que yo creo que no se le puede pedir más a una persona.
Testimonio 9
- Lo más duro para mí fue cuando me notificaron que ya salía el jui¬cio por lo de los cócteles molotov, que no había salido todavía, y que me pedían once años de cárcel. Yo no podía ir a un juicio. Entonces yo tenía que pasar a la clandestinidad. Que al final hubo una suerte del copón, porque me pedían once años, yo no fui al juicio y se quedó en uno. Y entonces volví. Antes de que me pusieran en orden de busca y captura, volví. Oye, que me he equivocado de juzgado y tal y cual. Me habían juzgado hace dos días, ¿no? ¡Ah!, pues sí, pues tenía que haber¬se presentado. Digo: es que me he equivocado, he ido a los juzgados de la otra punta de Bilbao y resulta que era aquí, y tal. Bueno, pues que le hemos condenado a un año y que no tiene que entrar en la cárcel. De haberme condenado a más, no hubiera aparecido, no hubiera ido al juzgado. Y seguramente me hubiera metido ilegal, me hubiera cogi¬do el hierro, hubiera pasado la muga [frontera] y adelante con todo.
Testimonio 10
- Te estoy hablando del año setenta y seis, donde ir al exilio era, pues bueno, ir de aquí a unos cuantos kilómetros, pero hacer una vida rela¬jada, aun haciendo vida de ... de militante de ETA en el sentido público, ¿no? O sea, ahí donde vivía yo sabían que yo era militante de ETA. Lo que pasa es que... bueno, hacía vida normal. Y la hacía en la calle. Y me venían los amigos a visitar, me venía la familia a visitar, etcétera, etcéte¬ra. Esto en lo referente a la etapa, a la corta etapa, que estuve en el Es¬tado francés en calidad de militante, pero casi, casi en reserva.
Testimonio 11
- Hombre, yo lo que sí tenía claro es que una vez que entras en... en la empresa, es que tienes tres salidas: la cuneta, el mako o el exilio. Yo eso siempre lo he tenido claro. Hombre, también siempre he pensado que tengo mucha suerte y que me iba a librar. Y al final, efectivamente, pues bueno me fui a la... a la mejor de... de las tres opciones ¿no? Sí. Pero ahora, a posteriori, piensas: ¿hubiera sido capaz yo de... de asumir el riesgo ese? Bueno, el riesgo o la responsabilidad. Lo haces. Lo haces.
Testimonio 12
- Bueno, aquello sí fue un poco fuerte. Bueno, un poco fuerte era todo, ¿no? Lo de este hombre sí fue más fuerte... probablemente, ¿no? Y luego... estuvimos con él veintitrés o veinticuatro días. Yo no estaba todo el día. Entonces uno del comando ya no trabajaba, pero yo trabajaba. Yo veía todas las noches, les traía comida y tal y me quedaba con ellos. Y luego los fines de semana también, no me acuerdo si todos, pero algunos fines de semana, pues eso, que pasas veinticuatro horas allí. Hablábamos, hablábamos de todo, porque el hombre era encima muy... como muy campechano, se hacía muy campechano. En fin, un hombre muy corriente. Nos hablaba de todo, nos contaba sus pelícu¬las, no sé. Me acuerdo hasta de habernos abrazado y todo. Me acuerdo que hubo un partido de fútbol y, pues eso, estábamos cuatro allí, había dos que eran del Athletic de Bilbao... y yo y él éramos de la Real y tal. Y fue un partido de esos emocionantísimos. Y ya, vamos, te quiero decir... él nos preparaba la comida, fíjate, él preparaba la comida. Ha¬bíamos hecho planes para después de la liberación, para vernos algu¬na vez y tal. No sé, fue una relación con él muy... muy normal, ¿no? Eso... y muy amigable, como de bastante confianza. Bueno, por su par¬te qué remedio le quedaba que ser así. [...] Entonces un día me llamaron y me dijeron: le tenéis que pegar un tiro. Vine... desde casa de los amigos, les llamé y tal... Oye, que saliera fuera para que él no oyera eso, claro. Yo me acuerdo que les dije: oye, me han dicho que hay que pegarle un tiro y tal. ¿Cómo lo hacemos? Supongo que lo decidimos... supongo, no: lo decidimos en veinte segundos. Pues vamos allí, le pegamos un tiro y punto. Eh, nos inventamos una mentira, que no sé si se lo creyó porque, claro, supongo que esas cosas percibes también,¿no? Notaría algo, probablemente. Él no dijo nunca nada. Pues nada, lo metimos a un coche, lo llevamos a un descampado, le saca¬mos... ¡pum! Le pegamos un tiro, nos metimos todos en el coche. [...] No, no me acuerdo de ningún sentimiento ni de pena por la persona ni... ni nada de eso. Encima... ¡si no se le mata a la persona! Eso es muy curioso, igual es un poco difícil de entender, ¿no? Pero nosotros, por ejemplo, entonces estábamos matando al empresario. Incluso hoy, uno de ETA o lo que sea, cuando mata a un guardia civil, no le mata a la persona. Yo nunca vi allí un hombre tampoco, así... no sé, de carne y hueso. Estás atacando a un símbolo o tal. Y en este caso, el símbolo podía ser, o era... Pues éste era un gran empresario y en su taller estaban de huelga y tal; y entonces... pues justificas perfectamente. Y no eres capaz de ver... Yo creo que no eres capaz de ver la persona, ¿no? Y si no la ves, no sufres, claro.
Testimonio 13
- Nosotros nos movíamos más que nada por aquí, por la zona, ¿eh? Yo creo que mi mayor viaje ha sido con la guardia civil a la Audiencia Nacional, cuando me cogieron.
Testimonio 14.
- Yo, que soy un hombre religioso, tenía pues relaciones con curas, con monjes, ¿no? Y bueno, estaban en cierto modo de acuerdo, ¿no? Joder, no te decían que sí. Pero bueno, tampoco te decían que no. En¬tonces incluso se colaboraba en ciertas facetas. Por ejemplo, incluso se guardaban cosas en algunas iglesias. Bueno, pues parece que estabas en el buen camino, bueno, pues que es esto lo que había que hacer. Y estábamos totalmente convencidos de que había que hacerlo.

Testimonio 15
- Es muy difícil de entender quizás para el que está fuera, pero no lle¬gas a... o sea, tú no te sientes en ningún momento que estás haciendo nada malo. Entonces pues cosas tan ridículas como pueda parecer eso de... el hecho de antes de hacer una ekintza o de hacer una operación, pues yo qué sé, pues pasar por la iglesia. O sea, así de sencillo. De decir, bueno, si nos limpian el forro por lo menos que me cojan en con¬diciones, ¿no? Porque de alguna manera es que no ves que estés haciendo nada... nada malo ni nada que vaya contra la doctrina de Dios, ¿no?
Testimonio 16
- En lo referente a mi madre, yo creo que ha sido tal vez la persona que más ha podido influir en mí, ¿no? No sólo en cuanto a marcar las pautas de mi vida, sino incluso para animarme a mantener una actitud militante. Yo siempre digo que yo entré en ETA por mano de mi ma¬dre. O sea, no es porque mi madre me empujase, sino porque era una mujer con carácter, era una mujer con sus propias ideas y era una mu¬jer que... vamos, que si bien no nos invitó a ninguno de mis hermanos a entrar en ETA, tampoco puso barreras sino todo lo contrario, ¿no? Todo, todo facilidades.
Testimonio 17
- Euskadi askatasuna eta sozialista. Una Euskadi unida, independiente, por cierto, y socialista. Eso es, eso lo tengo claro. Quiero decir que eso es lo que pensábamos, clarísimamente en eso, en que se puede obtener la independencia y se puede hacer el socialismo, vamos. O sea, en Euskadi. Y hacerla euskaldun, ¿eh?, ésa es la característica también. No otra.
Testimonio 18
- Éramos muy independentistas, vamos. Eso sí. La palabra clave yo creo que está ahí. Éramos muy independientes. Incluso en aquellos años hubiéramos puesto fronteras de alambrada, vamos. Sin duda, por mentalidad, sin duda. En aquellos años por lo general todo el mundo aspirábamos -lo decíamos así, además- a una Euskadi independien¬te, reunificada y euskaldun. Porque el término “socialista” apenas se usaba.
Testimonio 19
- Porque viven muy bien. Tienen mucho poder. Una persona que tiene hoy en día el poder... sobre la vida de mucha otra gente... de de¬cir a este mátalo, a este no le mates; una persona que tiene mucho di¬nero, que vive bien sin trabajar, no puede dejarlo de la noche a la ma¬ñana.
Testimonio 20
- A través de otros movimientos nos presentaban al inframundo de la mafia, de todo eso. Estás en un mundo de drogadictos. Y entonces, algún día te dicen: pues te vendo, por ejemplo te voy a vender cin¬cuenta browning y tú tienes que comprar un kilo de heroína también. Entonces tienes un problema ético inmenso. Pero si abajo, aquí, te están esperando, están haciendo la guerra... cincuenta browning y tienes que comprar un kilo de heroína.
Testimonio 21
- Hombre, lo que sí teníamos era una mentalidad conspirativa, ¿no? Esta cosa de pensar que un buen golpe o... que una cosa casi del azar puede cambiar la historia, ¿no? Esta cosa de pensar que puedes hacer un mundo nuevo de un día para otro [...] Me parece que es como muy emocionante, ¿no? Es una cosa... Bueno, aparte de que puede ser romántica incluso, porque en la idea había... en nosotros había un ro¬manticismo también exagerado. Pero también es... una cosa como muy emocionante y, claro, es de sensaciones fuertes. Y todo eso a mí me lla¬maba mucho la atención también, ¿no? A mí, aparte de todas las consideraciones del tipo que quieras [....] También tiene cierto... espíritu aventurero, una cosa de este tipo también es fundamental. Otra persona, aunque lo quiera hacer, aunque le parezca bien y tal, puede en un momento dado decir: yo es que no puedo.
Testimonio 22
- En el otro lado, mi experiencia como mujer, horrible. Horrible [...] Unos machistas asquerosos. Excepto algunos, la mayoría, unos burros. Como no había casi mujeres, pues fíjate [...] A mí se me ha metido gente en la cama, así de... Le mandabas a tomar por culo. O sea... Bueno, y, por ejemplo, los juegos, famosos... Yo nunca participaba, pero igual estábamos dos o tres chicas y la típica cena... O sea, pues veinte en todo un piso pequeño, o quince. Y a la noche, a la cena, pues a jugar a no sé qué y a las prendas. Y a quitarse ropa. Y todo el objetivo era verle en pelotas a la tía de turno, claro. Yo, nunca. A mí no me pillaron... O sea, ni media vez, claro. Y bueno... de hacer las... y de... tra¬bajo cotidiano, ¿eh? En la vida diaria, en limpiar, en todo.
Testimonio 23
- Las primeras cosas que recuerdo de pequeño es la época de la tran¬sición, ¿no? Veía las manifestaciones desde casa. Veía a mi padre ahí, en las manifestaciones. No participar, sino que se quedaba allí... a ver cómo... No temiendo a la policía ni nada, a los grises de aquella época y me acuerdo cómo se ponía mi aita con esas historias... de la repre¬sión que había en aquel entonces. Me acuerdo, también de muy pe¬queñito, que en las manifestaciones había que ir a casa a las diez de la noche, por ejemplo. Se cerraban las ventanas, las luces, todos en un cuarto. Unas cosas pues que en aquella época eran normales, ¿no? Y los primeros recuerdos que tengo son ésos, a nivel político. Con seis años o así. Le veo a mi padre ahora mismo, por el balcón, gritándoles de todo a la policía en aquella época.

LOS ATENTADOS MÁS SANGRIENTOS
- 19.06.1987. Coche-bomba en el parking del centro comercial Hipercor de Barcelona. 21 muertos y 45 heridos.
- 15.07.1986. Coche-bomba en la Plaza de la República Dominicana de Madrid, al paso de un convoy de la guardia civil. Mueren 12 agentes.
- 13.09.1974. Explosión de un artefacto en la cafetería “Rolando” de Madrid.
Mueren 12 civiles.
- 11.12.1987. Coche-bomba con 250 kilogramos de explosivos contra la casa cuartel de Zaragoza. 11 muertos y 40 heridos.
- 29.05.1991. Coche-bomba en el cuartel de la guardia civil en Vic (Barcelona).
Mueren 10 personas.
- 29.07.1979. ETA coloca sendos artefactos en dos estaciones de trenes de Madrid. Mueren ocho personas: cinco civiles, un guardia civil y un miembro de la policía nacional
- 11.12.1995. Estalla un coche-bomba al paso de un furgón militar en Vallecas (Madrid). Mueren seis civiles que trabajaban para la Armada.
- 21.06.1993. Explosión de un coche-bomba al paso de una furgoneta militar en Madrid. Siete muertos (seis militares y un civil) y 36 heridos.

LOS SECUESTROS
A lo largo de su historia, ETA ha secuestrado a setenta y siete personas, método utilizado como vía de financiación y medida de presión y chantaje frente al gobierno. Algunas fueron liberadas tras el pago de los rescates exigidos o gracias a la intervención de las Fuerzas de Seguridad. Otras corrieron peor suerte y fueron asesinadas por los terroristas. La banda inauguró la técnica el 1 de diciembre de 1970, con el secuestro del cónsul alemán Eugenio Behil, que duró 25 días. El secuestro más largo en la historia de ETA ha sido el del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, liberado el 1 de julio de 1997 por la guardia civil tras 532 días de cautiverio. Ese mismo día, la banda terrorista había puesto en libertad a Cosme Delclaux. Pocos días después, ETA recurría una vez más al secuestro para demostrar su fuerza e intentar chantajear al gobierno. El 12 de julio, Miguel Ángel Blanco, diputado del PP en la localidad vizcaína de Ermua, apareció maniatado y gravemente herido en una zona rural de Lasarte, una vez cumplido el ultimátum de cuarenta y ocho horas dado por la banda terrorista al ejecutivo para que cediera en su política de dispersión de presos y trasladara al País Vasco a los etarras repartidos en prisiones de todo el país. Blanco murió en el hospital, pocas horas después de ingresar en estado de muerte cerebral tras recibir dos disparos en la nuca. En la actualidad, los responsables de la lucha antiterrorista consideran que ETA no secuestra por razones económicas porque tiene sus necesidades financieras cubiertas con el cobro del “impuesto revolucionario”. Los secuestros más largos han sido:
- José Antonio Ortega Lara. 532 días. Funcionario de prisiones. Secuestrado el 17.01.1996.
- José María Aldaya. 342 días. Empresario. Secuestrado el 08.05.1995.
- Emiliano Revilla. 249 días. Empresario. Secuestrado el 24.02.1988.
- Cosme Delclaux. 233 días. Empresario. Secuestrado el 11.11.1996.
- Julio Iglesias Zamora. 116 días. Ingeniero. Secuestrado el 05.07.1993.
- Luis Súñer. 91 días. Empresario. Secuestrado el 13.01.1981.
- Adolfo Villoslada. 85 días. Ingeniero. Secuestrado el 24.11.1989.
- Diego Prado y Colón de Carvajal. 73 días. Presidente de entidad bancaria. Secuestrado el 25.03.1983.

ETA EN EL CINE
Aunque las series de ficción televisiva, incluso las policíacas, suelen rehuir el tema de ETA, diversas películas tanto documentales como de ficción, han tratado sobre la banda terrorista en el cine:
- 1977 Comando Txikia (José Luis Madrid)
- 1978 Toque de queda (Iñaki Núñez)
- 1979 El proceso de Burgos (Imanol Uribe)
- 1979 Operación Ogro (Gillo Pontecorvo)
- 1981 La fuga de Segovia (Imanol Uribe)
- 1983 El caso Almería (Pedro Costa)
- 1983 El Pico (Eloy de la Iglesia)
- 1983 Euskadi: hors d'etat (Arthur Mac Caig)
- 1983 La muerte de Mikel (Imanol Uribe)
- 1983 Los reporteros (Iñaki Aizpuru)
- 1984 Goma 2 (José Antonio de la Loma)
- 1985 Golfo de Vizcaya (Javier Rebollo)
- 1986 El Amor de ahora (Ernesto del Río)
- 1987 La rusa (Mario Camus)
- 1988 Ander y Yul (Ana Díez)
- 1988 Proceso a ETA (Manuel Macià)
- 1989 Días de humo (Antxon Eceiza)
- 1989 La Blanca Paloma (Juan Miñón)
- 1991 Amor en off (Koldo Izagirre)
- 1991 Cómo levantar mil kilos (Antonio Hernández)
- 1992 La hiedra (Antonio Conesa)
- 1993 Sombras en una batalla (Mario Camus)
- 1994 Días contados (Imanol Uribe)
- 1997 A ciegas (Daniel Calparsoro)
- 2000 Yoyes (Helena Taberna)
- 2001 El viaje de Arián (Eduard Bosch)
- 2001 La voz de su amo (Emilio Martínez Lázaro)
- 2001 Asesinato en febrero (Eterio Ortega)
- 2001 Los Justos (José Antonio Zorrilla)
- 2004 La Pelota Vasca (Julio Medem)
- 2004 Perseguidos (Eterio Ortega)
- 2004 El Lobo (Miguel Courtois)
- 2005 Trece entre Mil (Iñaki Arteta)
- 2006 Esos cielos (Aitzpea Goenaga)
- 2008 Un tiro en la cabeza (Jaime Rosales)
- 2008 Todos estamos invitados (Manuel Gutiérrez Aragón)

Novelas
El tema de ETA ha sido tratado en novelas como Gálvez en Euskadi y Gudari Gálvez de Jorge Martínez Reverte, Operación Ogro de Eva Forest, Esos cielos de Bernardo Atxaga o Exkixu, novela del ex-militante de ETA José Luis Álvarez Emparantza Txillardegi.

BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA
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